Sin colonias que explotar y saquear cómo hace un siglo, sin industria nacional gracias al fracasado thatcherismo y fuera de la Unión Europea por el berrinche nacionalista denominado Brexit, el “Reino Unido de la Gran Bretaña” se ha convertido, auténticamente, en el Reino Hundido.

Entre presiones centrífugas de independencia en Escocia y una crisis energética causada por las sanciones contra la Federación Rusa, el empobrecimiento del Reino (H)un(d)ido parece irremediable e inevitable.

Mientras, el patético “Rey” Carlos y su “Reina” “Consorte”, la infumable Camilla Parker Bowles despilfarran millones de libras esterlinas de los impuestos de los ¡súbditos! británicos en una coronación de una clase monárquica parasitaria, zonas cómo Blackpool presentan una pobreza que nada tendría que pedirle a las zonas con la peor carencia en los Estados Unidos, o en México.

De acuerdo a recientes artículos en prensa internacional, indicadores cómo la productividad, inversión, investigación y desarrollo, crecimiento económico, calidad de vida, PIB per cápita, distribución de la riqueza y el crecimiento real de los salarios están en declive, o estancados.

Según información del muy neoliberal diario Financial Times, Gran Bretaña será más pobre que Polonia en una década y tendrá un ingreso medio menor que el de Eslovenia en 2024. Muchas áreas de la provincia, lejos de las riquezas de la “City” de Londres, ya tienen un PIB menor que el del este de Europa.

¿Veremos en una década una inmigración inversa de profesionistas británicos emigrando a Polonia y a otros países del este de Europa en el 2030? Podría ser. Mientras tanto, a festejar la “coronación” del imbécil y prepotente “Rey” Carlos, quién ahora exigirá a sus “súbditos” un “juramento de lealtad”. Festejen, británicos, la coronación de este sujeto, ya que podría ser la última.