“Nada de que el presidente no sabe, no se enteró, de que el presidente no tiene buenos colaboradores, de que lo engañan. Mentira, el presidente de México se entera de todo.”

Andrés Manuel López Obrador, Septiembre 2019

Algo de aquella frase que levantó polémica hace casi 3 años tiene que estar equivocada, o por lo menos, las recientes acciones llevadas a cabo por el actual gobierno parecen ser indicio o de que hay una mala toma de decisiones desde el peldaño más alto de la Federación, o de que sus fieles colaboradores, ya sea por temor o por conveniencia, han decidido decirle al presidente lo que quiere escuchar en lugar de hablarle con la verdad.

Y es que aunque puede ser cierto de que el presidente de México se entere de prácticamente todo lo que sucede en el país, también es cierto que se entera por medio de sus más cercanos colaboradores, que son quienes le van con las noticias, reportes o análisis según sea el caso; y el error de López Obrador parece ser creerle de todas todas a quienes parecen estar traicionando su confianza.

La reciente inauguración de la refinería de Dos Bocas en Tabasco es una prueba más de esto. Aún cuando los encargados del proyecto sabían desde hacía meses que sería imposible tenerla lista para esta fecha, siguieron adelante y aprovecharon la urgencia del mandatario para justificar un alza para el presupuesto de construcción basado en la celeridad con que se requería terminar. Sin embargo, los costos quedaron arriba, pero el proyecto no fue terminado, y el presidente se fue a exponer a inaugurar una gran maqueta que a la fecha no refina ni refinará por varios meses, ni un solo litro de gasolina.

La secretaria de Energía es la principal responsable, pero tampoco es experta en la materia, y ahora se ha puesto la soga al cuello y más aún tomando en cuenta sus aspiraciones políticas para el 2024, en donde apunta a gobernar una de las entidades más grandes del país. Pero todo este castillo de naipes aún se le puede derrumbar, si al pasar de los meses y al acercarse a los tiempos de las designaciones, su afamada refinería sigue sin funcionar.

Tal como pasa también con el aeropuerto de Santa Lucía, en donde una mala coordinación entre las fuerzas armadas encargadas de la construcción de la obra, con la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes ha provocado que a meses de su inauguración, el aeropuerto este todavía con un número mínimo de operaciones; lo que provoca no solo una critica reiterativa y acertada por parte de la oposición, sino también un costo mensual de operación que no estaba contemplado dentro del presupuesto del proyecto.

El aeropuerto se construyó para satisfacer una demanda que ya había sido rebasada en el AICM, entonces ¿cómo es posible que habiendo demanda y necesidad aún no hayan podido acomodar a las aerolíneas en este nuevo aeropuerto? No es que necesiten meses y meses para promocionarlo y convencer a los directivos de estas empresas de traspasar algunas de sus operaciones a Santa Lucía, sino más bien, lo que necesitan es concluir una obra que esta a medias. El nuevo aeropuerto no cuenta con buenos accesos ni conexiones con la ciudad, aún no cuenta con los certificados internacionales requeridos y sus servicios no están del todo completos.

Es así como al presidente en ambos casos, con dos de sus tres principales obras del sexenio, sus colaboradores más cercanos le han mentido con tal de preservar su puesto y no hacerlo enojar. Pasarán los meses y si las cosas siguen igual, le harán crecer un problema al mandatario sobre temas que deberían ser solo positivos para él y su gobierno.

Y los responsables de este desgaste innecesario, de esta mentira y del todavía hoy fracaso, podrán ir haciendo sus maletas, porque para ellos, ya no habría un 2024.