Entre 6 mil y 15 trabajadores fallecidos en la construcción de los super estadios, y demás obras, para el Mundial en Qatar este final de 2022. En condiciones de franca exclavitud (en pleno Siglo XXI), obreros nepalíes y de otras naciones con bajo desarrollo y cercanas al pequeño Emiratos árabe, eran contratados bajo engaños y ya en ese país, encerrados en viles centros de concentración que evocan incluso a la Segunda Guerra Mundial, requisados sus pasaportes y sin derecho a comunicarse a sus países de origen. En miles de ocasiones sus familiares vieron sólo llegar cajas de madera barata con los cuerpos sin vida de sus seres queridos, que trabajaron a muerte (literalmente) bajo climas de entre 40 y 50 grados centígrado.
Que son impresionantes los estadios, cómo no, pero se asemejan a las pirámides de Egipto: maravillas de nuestro mundo y de la civilización, pero construidas a altísimo costo humano, cara de una misma moneda que, la inmensa mayoría, preferimos pretender su inexistencia.
En el México de la Cuarta Transformación, conocedores de la Historia como pocos, han sabido leer que el porfiriato cayó, y se vino encima una muy sangrienta Revolución, que no amainó su violencia fratricida sino hasta prácticamente una década después. Este profundo movimiento social y armado tuvo, precisamente, como punto de inicio una política laboral que rayaba en lo francamente criminal: valle nacional y las haciendas henequeneras en Yucatán, tiendas de raya y castigos con latigazos y también con la muerte a quienes no cumplieran los objetivos de producción de los patrones, levas, y toda suerte de abusos, que desencadenaron lo inevitable gracias, en buena medida, a un periodista estadounidense, que disfrazado de empresario inversionista, se infiltró para documentar los crímenes cometidos por el sistema dicratorias y las élites por el alimentadas, sin Jonh Kenet Turner pues, no sabemos cuándo hubiese sido el inicio de tremenda sacudida social y política en el México de principios del Siglo XX.
No es casualidad, que los principales cambios en la posrevolución se hayan visto plasmados, precisamente, en el tema laboral: la unificación y organización de la clase obrera, el pleno derecho de huelga, un sistema de seguridad social que al día de hoy sobrevive, y más cambios que se fueron implementando sexenio tras sexenio (incluso, la Tesis universitaria del ex presidente Miguel Alemán trataba de temas laborales, con énfasis en la seguridad social; tal era el resago), todo esto, antes de que la biblia de Milton Friedman llegara a México a construir, con una fe ciega, su templo de injusticias
La exponente más joven del gabinete lopezobradorista, la titular de la cartera del trabajo y previsión social, ha sido la cabeza para la implementación de reformas a las leyes laborales y políticas públicas en la materia que son un ejemplo al mundo, y que van desde un alza gradual, pero sostenida en los congelados salarios mínimos, hasta reformas al INFONAVIT, pasando por una mejora en el reparto de utilidades, sistema de pensiones, eliminación del ‘outsoursing’ que cancelaba los derechos laborales indispensables, el reconocimiento del empleo doméstico, y aún entre otras muchas medidas que abonan a una justicia social olvidada por el desalmado dogma neoliberal.
La secretaria Alcalde, se puede decir, es una “corcholata” (aspirante a la Presidencia), que por su juventud, tendrá que esperar unos años en el refri, para ser destapada llegado el momento, y que es parte fundamental del relevo generaciónal del que habla muy a menudo el presidente Andrés Manuel López Obrador, y que tiene al género femenino excelentemente bien representado en el gobierno federal del presente sexenio, al cual le faltan aún dos años de arduo trabajo para la obtención de resultados que abonen a la cimentación de una nueva etapa política e histórica en México.
