Ayer martes, en Guadalajara, platiqué con integrantes de la organización política Confío en México, presidida por Salvador Cosío.

El tema era el 2024. Puse el acento en las opciones de AMLO para buscar que Morena conserve el poder el próximo sexenio y, sobre todo, en las posibilidades del gobernador jalisciense, Enrique Alfaro. Dije lo siguiente:

  • Por su mal gobierno en Jalisco no cabe duda de que Alfaro se ha desinflado. No se le puede considerar un serio aspirante presidencial de oposición. Quien lo dude que lea el diario tapatío El Informador, uno de los más serios y objetivos de México; periódico centenario de referencia, por cierto, que los analistas capitalinos más destacados leen antes de opinar sobre lo que pasa en el occidente del país. Las metidas de pata de don Enrique y sus frecuentes pleitos con todo el mundo —lo que resulta imposible que no refleje la prensa independiente—, han hundido al gobernador en el desprestigio. Ha cometido un grave error recientemente: retar a duelo al influyente Raúl Padilla, de la Feria del Libro. Perderá Alfaro esta batalla, como ha perdido otras frente a Padilla.
  • Con Ricardo Anaya huyendo acusado de graves delitos, se ha quedado sin opciones fuertes la oposición unida —PRI, PAN, PRD y aun Movimiento Ciudadano—, por lo tanto sus dirigentes tendrán que ser creativos para construir una candidatura distinta. Hay cuatro hombres que podrían hacer crecer a la oposición, y no veo más, no ahora: (i) el emecista Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey; (ii) Lorenzo Córdoba, político sin partido que ha sido durante años el árbitro electoral, pero a quien veo con muchas ganas de dejar el silbato y retirarse unos instantes solo para de inmediato volver a la cancha como jugador; (iii) el veterano Santiago Creel, que debió haber sido candidato panista en 2006, y (iv) de última hora surgió otro experimentado político, el priista Manlio Fabio Beltrones.
  • En Morena, evidentemente, Claudia Sheinbaum es la gran favorita, por mucho —creo que AMLO, fiel a su estilo, no engaña a nadie ni está interesado en perversas fintas políticas que solo le complicarían la vida—, lo que significa que no veo como fuertes aspirantes ni a Ricardo Monreal ni a Marcelo Ebrard; estos, por lo demás —espero que sean serios y acepten las cosas como son—, no tienen abiertas las puertas de la oposición que sí cuenta, el PAN y el PRI. Monreal podría ser candidato de un partido pequeño, como el PT. El caso de Ebrard es más complicado: no veo a ningún partido arriesgándose a ser representado por alguien con la terrible mancha de haber sido el constructor de la fallida Línea 12 del metro capitalino.
  • Para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México pienso que Morena hará candidato a Martí Batres, que no la tendrá fácil frente a dos mujeres de oposición con prestigio, la senadora panista Xóchitl Gálvez y la independiente Margarita Zavala. La primera, Xóchitl, tiene la ventaja de que se entiende sin problemas con los de arriba y con los de abajo; en las colonias populares le ayuda ser fanática de un equipo tan decepcionante y hasta malo como el Cruz Azul. La segunda, Margarita, tiene prestigio a pesar de su marido, Felipe Calderón, pero a pesara de su talento, que lo tiene, deberá entrenar bastante para hablar en público sin trabarse como le ocurrió en uno debate presidencial en 2018. Se equivocaría la alianza opositora si nominara a la no muy emocionalmente equilibrada Lía Limón. Desde luego, cualquiera de ellas partiría en desventaja frente a Batres, un político absolutamente de izquierda que buscará ganar las elecciones sin mucho apoyo de las clases medias, lo que sin duda puede lograr.

¿Y Noroña?

Alguien de Confío en México me preguntó por qué no es presidenciable el diputado Gerardo Fernández Noroña, a quien esa persona admira. Respondí:

  • Aprecio bastante a Noroña.
  • Noroña es una de las personas más cultas de la izquierda mexicana.
  • En preparación intelectual —al margen de sus títulos académicos— entre los y las aspirante de Morena solo Sheinbaum, por sus estudios de física y su larga trayectoria en la UNAM, puede considerarse más calificada para diagnosticar y resolver problemas complejos que Noroña.
  • Un abogado ranchero como Monreal, que ha sido político toda su vida, está lejos del nivel cultural del polémico Fernández Noroña.
  • El canciller Ebrard es otro burócrata ciento por ciento burócrata —no ha tenido ningún trabajo de relevancia y de tiempo completo en el sector privado o en la academia—; Marcelo es un poco más sofisticado que el senador zacatecano, ello por sus estudios de relaciones internacionales en el Colegio de México y de administración pública en la francesa École nationale d’administration, pero tal currículo no le alcanza para estar al nivel de la enorme cultura que Noroña se ha dado a sí mismo a base de muchísimas lecturas.
  • El sociólogo Gerardo Fernández Noroña es carismático, culto, honesto…, ¿por qué Morena o, en general, la izquierda mexicana no lo ve como una opción para la presidencia de México?
  • Creo que Noroña debe madurar, lo que digo con respeto, admiración y aprecio.
  • Madurar en el caso de Noroña significa dejar de actuar como niño berrinchudo. Sus pocas pulgas le permiten estar en los medios, pero le estorban para ser tomado en cuenta para responsabilidades políticas mayores.
  • Si Gerardo Fernández Noroña cambia su estilo, y puede hacerlo con facilidad, tiempo le sobrará para colarse a la lucha por la candidatura presidencial. Partirá en desventaja, pero todo es posible si se hacen las cosas correctamente. Y hasta el momento el popular Noroña no ha querido hacerlas así.
  • Popularidad tiene —como se demostró en el reciente pleito de la senadora Lilly Téllez y la diputada Patricia Armendáriz, dos mujeres a las que un solo Noroña les partió el corazón, políticamente hablando desde luego.
  • De Noroña y solo de Noroña depende ser tomado en cuenta para llegar a lo más alto de la política mexicana.