La idea para este artículo surgió hace un par de días con la reciente encuesta de Alejandro Moreno, publicada en El Financiero, sobre la popularidad de personajes de Morena.
Pelean la primera posición —empate técnico— el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch; el de Economía, Marcelo Ebrard, y el senador Gerardo Fernández Noroña. En penúltimo lugar está Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización de Morena.
Coincide con las mediciones del tracking diario de MetricsMx que difunde SDPNoticias. En los primeros lugares están Harfuch, Ebrard y Noroña —también Ariadna Montiel, secretaria de Bienestar, que no fue considerada, lo que me parece un error, en la encuesta de El Financiero—. En esta estadística de seguimiento López Beltrán también aparece bastante abajo.
Enseguida imágenes con los números de ambas encuestas:


Encuentro sencillo explicar el porqué de tales números.
Noroña es popular por echado para adelante. Cae bien porque no le importa lo que se diga de él. Si actúa autoritariamente al exigir a un ciudadano disculparse, le tiene sin cuidado que se le cuestione en los medios. No le preocupa ni siquiera atentar contra los principios de Morena al viajar en la primera clase de los aviones. Sobra gente que aplaude sus actitudes valemadristas. ¿Le alcanzarán para seguir avanzando en la política? Lo dudo. Deberá controlar algunos excesos o no llegará a su meta.
Ebrard lleva ya tres sexenios como personaje de primer nivel de la izquierda mexicana. Toda una hazaña habida cuenta de que Marcelo es más neoliberal que izquierdista. Se beneficia de los tantísimos años que ha ejercido la política, primero como niño consentido del salinismo priista, y después como frustrado sucesor de AMLO en el liderazgo del movimiento que nació en el PRD y triunfó como Morena. Otro de sus activos es la buena prensa de la que goza. Lo adora la comentocracia que no quiere ni al expresidente Andrés Manuel López Obrador ni a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Ariadna Montiel tiene como patrimonio la marca más importante de la 4T, Bienestar. Ella encabeza la dependencia que opera los programas más apreciados por la mayoría de la población.
Dejo al final la explicación de la popularidad de Harfuch. El secretario de Seguridad está tan alto porque, simple y sencillamente, ha realizado un excelente trabajo. Sus golpes contra las mafias del narco y del huachicol son cada día más espectaculares. Nadie en el gabinete de la presidenta Sheinbaum ha destacado tanto, así de plano… El problema es que sus éxitos son considerados por el periodismo mexicano —y aun por cierto periodismo extranjero— como fracasos de la marca política, Andrés Manuel, que dio origen a la 4T.
Lo anterior no es culpa de Omar García Harfuch —tampoco de la presidenta Claudia Sheinbaum—. Si hay culpables hay que buscarlos en los sectores más perversos de la comentocracia que no le perdonan a AMLO haberles quitado tantos privilegios económicos que disfrutaron en los sexenios del PRI y del PAN.
No hay culpabilidad, sino impotencia, en el normalmente exitoso aparato de comunicación de la 4T que no ha podido contrarrestar las campañas contra Andrés Manuel, al que se le atribuyen todos los males —también se golpea de más a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, a quien hoy le dedica una infame columna Joaquín López Dóriga en Milenio—.
Lo que sea, Harfuch seguirá combatiendo el tráfico ilegal de drogas y el huachicol sin detenerse a pensar que sus logros los utiliza la prensa para desprestigiar a López Obrador. Seguramente es algo que le duele a la presidenta Sheinbaum, pero diría el propio Andrés Manuel, siempre un patriota ejemplar, la patria es primero.
Andrés Manuel López Beltrán se beneficia de la imagen positiva de Andrés Manuel López Obrador. Pero al hijo le perjudica la imagen negativa que la prensa actual, con muchas mentiras y excesiva vileza, construye de su padre.
¿Por qué la altísima popularidad, a pesar de sus escasas realizaciones personales, de Luis Donaldo Colosio Riojas? Por el recuerdo de su queridísimo padre, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
La popularidad de Donaldo hijo ya era muy alta en 2021. Una encuesta de Reforma lo puso al nivel de las entonces corcholatas de Morena más adelantadas, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
No fue la única encuesta que dio ese dato. Recuerdo mediciones de El Financiero y de MetricsMx que ubicaban a Colosio Riojas como el opositor con más posibilidades de retar a Morena. Eso llamó la atención de la prensa internacional. Max de Haldevang, de Bloomberg, el 7 de julio de 2022 publicó el texto “Luis Donaldo Colosio, el joven alcalde que puede destronar a Morena en 2024”.
El pasado mes de abril MetricsMx enfrentó en un careo a Colosio hijo con las figuras principales de Morena, y Luis Donaldo ganó. La pregunta se hizo con sesgo: a los hijos de AMLO y Colosio se les identificó, precisamente, como hijos de personajes muy relevantes de la política mexicana: “Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta”, “Andrés Manuel López Beltrán, hijo de Andrés Manuel López Obrador”.
A Colosio Riojas le beneficia poco su propio trabajo —la verdad de las cosas, él no es tan trabajador, lo que a pesar de su gran popularidad le ha llevado a perder elecciones—. A Donaldo hijo más bien le favorecen únicamente sus dos nombres y su primer apellido.
La ventaja del hijo de Luis Donaldo es que este, asesinado en 1994, no tuvo tiempo de cometer errores graves ni de sumar enemigos. Así, prácticamente no tiene negativos.
Luis Donaldo padre no envejeció. Su rostro y su cabellera se mantuvieron, en las fotos y los vídeos, jovenes para siempre, no como, por ejemplo, Ernesto Zedillo, quien llegó a la presidencia como un muchacho en plena forma, y la dejó como un anciano canoso y arrugado, el mismo que hoy, física e intelectualmente todo jodido, da pena en sus intentos de parar a la 4T.
Me lo dijo en 1994 quien en ese tiempo todavía era secretario de Hacienda de Carlos Salinas, Pedro Aspe: “El único de todos nosotros que ya la hizo, desgraciadamente a un costo muy alto, es Luis Donaldo. Lo recordaremos siempre joven, siempre positivo”.
Por esa razón se sigue estudiando el caso Colosio. Sé de un nuevo documental que alguien en el extranjero realiza sobre el candidato asesinado cuyo imagen es no solo la de un político joven y sonriente, sino también —y sobre todo— la de una esperanza de mejor futuro que truncaron las balas de la traición.