Hace varios años el teléfono sonó en casa de mis padres y cuando contestó mi mamá, una voz a lo lejos decía “tíaaaa, ¿cómo les va?”.

Enseguida ella preguntaba quién hablaba y la misma voz, de un hombre relativamente joven decía: “Ah caray, pues el consentido de tus sobrinos, ¿no me recuerdas?”.

La idea era ganarse la confianza y con la plática ir sacando información para hacer creer que, en efecto, se trataba de alguien familiar que estaba en apuros y necesitaba urgentemente dinero.

Como mi madre no podía salir sola, me dijo que si podría yo ir a depositar tal cantidad porque el primo fulano estaba en apuros. Algo no me cuadró y decidí mejor buscar al primo y preguntar qué le pasaba. Todo estaba en orden, por fortuna.

Se trataba de las primeras formas de extorsión telefónica que con el paso de los años y debido al auge tecnológico se han ido perfeccionando, para mal.

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Ahora te llaman de números del extranjero, o te mandan Whatsapp y te piden dinero diciendo que tienen secuestrado un hijo, hija, al esposo, esposa, o que el banco requiere tus datos, o que el seguro de gastos no se puede cubrir, en fin, infinidad de cosas que terminan por alterarte y que si de plano te agarran distraído, caes y pierdes un montón de dinero o te roban la identidad, o te hackean el número celular.

Una calamidad.

En este tipo de estafas, de extorsión o de robo descarado el objetivo es que les des dinero o de lo contrario pierdes la paz, la tranquilidad de tu familia, e incluso la reputación.

Durante la pandemia empezó una nueva modalidad de préstamos en línea, que te daban poca cantidad pero que acababan con tu estabilidad emocional, debido a que si no podías pagar te amenazaban de muerte, o con secuestrar a tus hijos.

Los delincuentes te tenían en sus manos, pues literal tenían datos de tu familia, de todos tus contactos, de tu INE, en fin., de una cantidad pequeña resultaba debías el triple y de una deuda nunca solicitada debías una cantidad mayor, debido a que tus datos quedaban en una plataforma digital que se pasaba de una empresa a otra (los famosos “montadeudas”) de tal forma que jamás dejabas de recibir amenazas para obligarte a pagar.

Tan grave es este problema que he conocido personas que han pensado atentar contra su vida por la vergüenza de ver sus imágenes circulando en redes sociales, acusándolos de ser pedófilos, asesinos, prostitutas con tal de conseguir unos pesos.

Pero no solo en forma digital o telefónica te extorsionan. Tengo amistades que han cerrado sus negocios porque llegaban personajes del crimen organizado a pedirles dinero para dejarlos seguir trabajando o de lo contrario amagaban con quemar el local o matar a su familia.

Un tema tan delicado no podía pasar desapercibido por el gobierno de la presidenta Sheinbaum, quien la mañana de este martes durante la conferencia en Palacio Nacional firmó una iniciativa de reforma constitucional para frenar este delito, que ella misma reconoció ha sido el único que no ha disminuido en México.

La propuesta hecha por la presidenta modifica el artículo 73 para facultar al Congreso a expedir una Ley General contra la Extorsión y marca un cambio de paradigma al establecer la persecución de oficio del delito y el reconocimiento del Estado como víctima.

Este enfoque se basa en la comprensión de que la extorsión no solo afecta a la víctima directa, sino que también daña la estructura social y la seguridad pública del país. Al asumir el Estado la responsabilidad de la persecución, se alivia la carga que recae sobre las víctimas, quienes a menudo se sienten intimidadas y desprotegidas para denunciar.

Esto es comprensible, ya que los extorsionadores juegan con tu mente, se valen del miedo y te inmovilizan, impidiendo muchas veces que razones, y por ende no denuncies.

La implementación del número 089 para denuncias anónimas es un paso crucial en esta estrategia, facilitando el acceso a la justicia y fomentando la colaboración ciudadana.

La creación de una ley general, obligatoria para todos los estados, garantiza la uniformidad en la aplicación de esta legislación y evita la fragmentación de esfuerzos. Esta medida, complementada por la cancelación inmediata de líneas telefónicas utilizadas para extorsionar y la creación de unidades especializadas de investigación, promete una respuesta más eficiente y contundente contra este delito.

Sin embargo, para lograr el éxito de esta iniciativa, será fundamental asegurar la capacitación adecuada de los agentes de seguridad y procuración de justicia, así como la asignación de los recursos necesarios para la operación de las unidades especializadas. La transparencia en el proceso de investigación y la protección de las víctimas serán elementos clave para garantizar la confianza ciudadana y el éxito a largo plazo. El reto ahora es convertir esta ambiciosa iniciativa en una realidad tangible que reduzca significativamente la incidencia de la extorsión en todo el país.