Aclaro que hablo de José Narro Céspedes, de Morena, para no confundirlo con José Narro Robles, el del PRI. Veamos.

La Cámara de Senadores y Senadoras ha sido, en los temas legislativos, la pobre muñeca fea del sexenio. La culpa la tiene el líder de la mayoría, Ricardo Monreal Ávila, quien imprudentemente rompió con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Imprudencia nacida del resentimiento. Está enojado Monreal desde que, antes de las elecciones de 2018, Claudia Sheinbaum Pardo lo derrotó en la competencia interna de Morena para llegar a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Su enfado se ha transformado en ira porque AMLO no lo ha incluido en el grupo de quienes aspiran a la presidencia de México por parte del partido de izquierda, en el que solo hay tres personas: Sheinbaum como líder en la agotadora carrera, el canciller Marcelo Ebrard Casaubón y el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernandez.

Como Ricardo Monreal no es confiable para Andrés Manuel, el Senado no ha recibido las iniciativas de alto calado para la Cuarta Transformación enviadas por el presidente. En vez de intentar mejorar su relación con el titular del poder ejecutivo para cambiar esa situación, el senador zacatecano la ha empeorado jugando a las vencidas. Ello queda claro en el hecho de que Monreal únicamente parece llevarse bien con la oposición, que tiene senadores con experiencia suficiente —Dante Delgado, el que más— como para tentar con éxito a quien ya es todo un Judas de Morena en la cámara alta, mientras los y las más leales, como Citlalli Hernández, Olga Sánchez Cordero, José Narro y Antares Vázquez han enfrentado fuertes dificultades para cuidar el proyecto de nación de la izquierda mexicana.

Así las cosas, la lucha por la presidencia de la mesa directiva en el Senado está muy relacionada con el alejamiento que mantiene el presidente Andrés Manuel López Obrador con tal institución, particularmente con Ricardo Monreal, el hombre que si en algún momento fue un mal necesario para Morena, ahora es simple y sencillamente un infección que si no se combate a tiempo —y no se ha combatido— podría destruir a la 4T.

No solo es que López Obrador no se pueda fiar de Monreal Ávila. Es mucho más que eso: el líder de la mayoría en el Senado trabaja cada día más abiertamente a favor de la oposición.

La reacción de Andrés Manuel ha sido marginar al Senado, pero ¿basta con que las principales iniciativas presidenciales sean presentadas vía Cámara de Diputados y Diputadas, inclusive en tiempo récord como en el caso de la reforma eléctrica?

No hay diputados ni diputadas con suficiente capacidad de negociación. Entonces, la reforma eléctrica no pasó. Quizá en el Senado, con un liderazgo más leal a AMLO, las cosas hubieran sido distintas.

Es verdad, tal derrota legislativa fue transformada en una victoria, pero no por los diputados y las diputadas, sino por el propio presidente que hizo su juego por fuera de la cámara. Genial en la lucha política, López Obrador logró evidenciar que hay dos modelos de país y, al mismo tiempo, pudo aumentar su aprobación al señalar a los “traidores a la patria”.

Como no hicieron nada para merecerlo —la oposición los venció, esta es la verdad—diputados y diputadas no tenían por qué haber sido invitados a Palacio Nacional para que el presidente les reconociera su trabajo. Si Andrés Manuel les convocó lo hizo en la lógica de “a ti te lo digo hijuela, entiéndelo tú mi nuera”. Es decir, envió un mensaje a Ricardo Monreal y a senadores y senadoras que lo apoyan: no son bien vistos en la cúpula de la 4T. Pero, ¿entenderá Monreal el mensaje y modificará su actitud? Lo dudo. Creo que más se va a enojar y, por lo tanto, más se acercará a la oposición.

Hubo otro mensaje de AMLO en su reunión con diputados y diputadas, dirigido únicamente a Monreal: existía un tercer presidenciable, pero no era el senador zacatecano, sino el tabasqueño Adán Augusto López. Claramente Ricardo Monreal tomó como un desafío el destape del secretario de Gobernación, y ha dejado perfectamente en claro que quien gane la candidatura en Morena se enfrentará a él, hasta ahora dando a entender que será candidato de un partido aliado al morenismo, lo que implicaría, para mantener la alianza, algún tipo de contienda interna entre quienes abanderen a ambos partidos. Más allá de ello, resulta clarísimo que Monreal trabaja también para ser aceptado en la oposición —otra cosa es que quieran a alguien tan desprestigiado, y con tan malos resultados en las encuestas, en el PRI, el PAN, el PRD y MC—.

El hecho es que, desde hace tiempo, el Senado está muy alejado del Palacio Nacional porque el poder de Monreal se ha ganado a base del pragmatismo con la oposición, amenazando el voto de Morena en las elecciones anteriores con Fuerza x México.

Si Monreal impulsa al senador Alejandro Armenta como presidente de la mesa directiva, prácticamente la historia se repetirá: un grupo usará los votos, las facultades y a la oposición como chantaje para presionar al presidente y naturalmente, alejarlo todavía más; en este escenario, López Obrador tendrá más preocupaciones que cargas aligeradas, la oposición se sentirá empoderada y en una de esas, algún partido hasta decide postular a Monreal a la tan anhelada carrera presidencial.

¿Si no es Armenta, entonces quién?

Citlalli Hernández tuvo que pausar sus labores como secretaria del partido Morena para atender la defensa del litio y las energías del país; es decir, está en otras tareas. Antares Vázquez ha hecho lo propio conteniendo los ánimos de ruptura dentro del grupo parlamentario de Morena, tan es así, que estuvo a nada de ser nombrada como la nueva coordinadora del grupo parlamentario cuando Movimiento Ciudadano le movió el tapete a Monreal por José Manuel del Río Virgen, aquellos tiempos en que Morena cerró filas con el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García. La senadora Antares sería una gran coordinadora de bancada.

Pienso que la opción natural es José Narro Céspedes, senador por Zacatecas y dirigente popular campesino que ha demostrado ser leal y mantener su liderazgo a ras de piso.

Un error sería ceder de nuevo Monreal el control total del Senado con Armenta, que no ha llegado a la mesa directiva pero ya se anda asomando para una gubernatura. La postulación de José Narro da posibilidad de que la cámara alta vuelva a ser cercana al presidente López Obrador y por ende, sirva para articular con mayor velocidad la agenda de la 4T.

Para la mayoría de los senadores de Morena es importante no otorgarle todo el poder a un solo hombre alejado del proyecto, ya que, en la actualidad, Monreal controla gran parte de los recursos del Senado, por lo que continuar en esa línea implicaría una enorme caja abierta para financiar un proyecto político personal.

Después de todo, la Cámara de Senadores y Senadoras se ha convertido en un espacio muy fifí, por lo que un personaje sobrio, campesino y honesto como José Narro encabezando el Senado en cierta forma sería devolverle al pueblo y a los estados, una interlocución directa; restablecer el diálogo entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y los senadores y las senadoras, aligerarle las cargas al propio Adán Augusto y retomar la esencia de la política: la confianza de contar con alguien que no va a traicionar.