Una de las notas del día tiene que ver con la utilización de un helicóptero de la marina armada de México para transportar a la mascota de un equipo de beisbol. El hecho, sin duda condenable, es todavía más negativo porque a la botarga se le llevó al municipio en el que nació el presidente Andrés Manuel López Obrador. Es decir, cabe sospechar que los marinos no le dieron esa utilización a la aeronave solo por pasión beisbolera o porque la gente estaba muy entusiasmada con un juego relacionado con ese deporte. Lo más probable, creo, es que alguien en las fuerzas armadas quiso quedar bien con el primer mandatario. No se vale, sin duda no.

Andrés Manuel dijo hoy en la mañanera que no le gustaba que se utilizara una aeronave oficial para trasladar a una mascota del que supongo es su equipo favorito, los Olmecas de Tabasco. Expresó su disgusto, sí, pero enseguida el presidente Lopez Obrador justificó lo que hizo la marina armada porque, explicó, había mucha emoción por el juego de beisbol. La verdad de las cosas, querido presidente, es que la emotividad del evento no justifica lo que pasó. Claro está, el pescado quedará borrado si la directiva de los Olmecas de Tabasco paga el costo de la aeronave. Sería bueno ver la transferencia electrónica para quedar todos satisfechos.

Pero bueno, y lo digo muy en serio, antes las cosas eran bastante peores: los helicópteros oficiales se utilizaban para transportar a campos de golf a mascotas del PRI como el dinosaurio Emilio Gamboa. Este famoso personaje de la más lamentable política mexicana hasta usó un helicóptero para aterrizar en  una reserva de coral en el caribe mexicano. Seguramente cuando se le reprochó a Gamboa lo que hizo, este viejo militante del PRI contestó: “No me gusta aterrizar en reservas de coral porque se dañan, pero lo justifico porque yo estaba muy emocionado por la belleza natural de ese lugar”.

¿Verdad que la emoción no justifica usar helicópteros cuando no tiene sentido hacerlo? Ni la emoción de la afición beisbolera tabasqueña, Andrés Manuel, ni tampoco la emotividad del dinosaurio Gamboa.

Si algo le ha hecho daño a la 4T es que no se ha entendido aquella antigua lección de sabiduría: No hay que hacer cosas buenas que parezcan malas. Y llevar a una mascota de beisbol en helicóptero oficial por positivo que sea en términos de la pasión deportiva, es algo que se ve mucho muy mal.

Insisto, todo quedará superado si los Olmecas de Tabasco pagan el vuelo del helicóptero. Y, para hacer justicia, que la Secretaría de la Función Pública busque a Gamboa y le cobre las aeronaves que usó y el coral que dañó.