El segundo verano covid no solo nos ha arrojado cierta esperanza para los vacunados y una letalidad más alta que el año pasado en el resto del mundo, sino toda clase de temperaturas máximas récord en partes del mundo que no estaban acostumbradas a sufrir estas temperaturas.

Mientras que en la tradicionalmente calurosa ciudad de Mexicali se registraron 51.4 centígrados el pasado 18 de junio (casualmente, día en que se inició la campaña masiva de vacunación en Baja California), otras ciudades que no estaban acostumbradas a estas temperaturas extremas como si lo están los “cachanillas” están rompiendo todos los récords gracias al cambio climático.

Por ejemplo, la ciudad de Lytton, ubicada en la Columbia Británica, registró un récord de 46.6 grados centígrados de temperatura este sábado pasado, rompiendo un récord establecido hace 84 años.

Las temperaturas, de acuerdo a los expertos, son entre 10 y 15 grados centígrados que lo considerado “normal” en un verano de los que existían todavía hace unos cuantos años. Las ciudades de Portland, en Oregon y Seattle, en Washington, también rebasaron completamente registros previos, rebasando 44 grados centígrados y 40 grados centígrados, respectivamente.

Las temperaturas han causado el cierre de restaurantes e incluso de albercas, al considerar que las altas temperaturas son dañinas para la vida humana.

Aún más preocupante es que estas temperaturas extremas se han alcanzado a nivel global con apenas un promedio de 1.1 grados centígrados de mayor temperatura con respecto a la era previa a la industrialización del planeta. Mientras que algunos supuestos expertos, en muchos casos actuando como voceros de intereses económicos vinculados con el petróleo y el carbón, siguen negando la existencia del cambio climático, los ciudadanos apenas podemos hacer otra cosa que horrorizarnos ante la perspectiva de que pasará con el planeta con 2 o más grados centígrados promedio de aumento en la temperatura del orbe.

Para terminar, cabe recordar que el país más contaminante son los Estados Unidos, mientras que la institución que más materiales tóxicos lanza al ambiente, mismos que son directamente causantes del aumento en las temperaturas del globo terráqueo, es el ejército norteamericano.