¿Por qué no cancelar definitivamente el tramo elevado de la Línea 12, darle al pueblo un parque lineal, ciclovías, recreación, deporte y eliminar autos del tramo elevado?

Que olviden del costo político y económico que significa rehacer ese Metro y mejor dar alternativas de alto nivel y calidad en favor de la sociedad; incluso pagadas por las constructoras.

Por qué no pensar en utilizar el espacio de la Línea 12 para proveer de un servicio de transporte terrestre ecológico, eficiente y rápido y transitar a la electromovilidad.

No es un tema nuevo ni desconocido para la jefa de Gobierno.

En septiembre de 2020, Claudia Sheinbaum dio el banderazo al primer metrobus 100% eléctrico que opera en la Línea 3 de Tenayuca-Etiopía con capacidad para 160 pasajeros, conexiones USB para recargar celulares, nuevo sistema de apertura de puertas y operación con recarga de baterías.

En su momento, la propia Jefa de Gobierno mencionó la necesidad de dar impulso a la electromovilidad al señalar la importancia de que autobuses y trolebuses que operan con electricidad desplacen gradualmente a los de diésel; lo que ayudaría en dos áreas: “La primera es la reducción de emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático; y la segunda es que (…) se reducen los costos de operación”.

¿Por qué no hacerlo en Tláhuac?

Es momento de pensar en dotar a la ciudadanía de un transporte eficiente, ecológico, seguro y digno. ¿Será que la medida es considerada aspiracionista?

¿Prefieren mantenerla idea retrograda de AMLO de seguir utilizando combustibles fósiles?

O bien, este tipo de medidas no son tan rentables para armar el “cochinito” para el 2024.

De lo que sí estamos seguros es de que la ciudadanía de la CDMX merece un transporte seguro, de calidad y noble con el medio ambiente. ¿Será capaz de hacerlo este gobierno?

La grilla

La tragedia de la Línea 12 se ha vuelto un tema de confrontación política donde todos acusan a todos, por un lado, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y su rival político dentro de la 4T, Marcelo Ebrard, se “sacan los trapitos al sol” y, por otro lado, los adversarios de AMLO se aprovechan de la ineficiencia de los funcionarios de la 4T.

Lo que falta son respuestas oficiales y todos aprovechando el vacío para exhibir la incapacidad, corrupción y desaseo de la administración capitalina, mientras la jefa de gobierno se refugia en Palacio Nacional sin dar la cara los usuarios del Metro y protege a la directora del servicio colectivo, a quien, por cierto, no se le ha visto desde el accidente.

Huele mal

Desde luego que algo está muy mal y huele a podrido, pero aparte de que se finquen responsabilidades a quienes participaron del accidente con tintes de tragedia, lo grave es que en el juego político del gobierno de la República y de la CDMX nadie ve por los más de 367 mil pasajeros que se transportaban en la Línea Dorada.

Esta línea del Metro se diseñó y construyó para atender a una parte importante de la CDMX que requiere un transporte rápido eficiente y accesible, esencial para la vida cotidiana de miles de estudiantes y familias trabajadoras. De haber funcionado, la Línea 12 hubiera sido una solución de transporte para los miles de ciudadanos que la utilizaban.

De hecho, desde su inauguración la línea mostró irregularidades que obligaron a que el 12 de marzo 2014 el servicio de pasajeros de la estación terminal Tláhuac hasta la estación Culhuacán fuera suspendido hasta finales de 2015. En ese entonces la línea fue sometida a correcciones y mantenimiento mayor por errores de diseño, planeación y construcción de la obra.

En 2017, después del sismo del 19 de septiembre, seis estaciones de la Línea 12 fueron cerradas porque las afectaciones registradas sacaron a relucir la mala construcción de la obra, nuevamente miles de usuarios del Metro resultaron afectados sin que nadie pensara en ellos ni cómo solucionar sus necesidades de movilidad.

Los focos que ignoraron

Al llegar Sheinbaum a la jefatura de Gobierno ya se tenía conocimiento de las advertencias de los peritajes sobre los riesgos que presentaban diversos tramos de la Línea 12 en su parte elevada, sin embargo, las autoridades capitalinas resolvieron ir por la vía fácil: hacerse de la vista gorda y esperar que no sucediera nada.

La autoridad capitalina estaba obligada a cerrar tramos específicos de la Línea 12, pero por razones que aún se desconocen no lo hizo, se puede suponer que fue para no gastar dinero en obras que no son de relumbrón, las obras de mantenimiento no dan votos.

También es sabido que cerrar estaciones del Metro tiene un costo político muy alto y más si no se da una alternativa de transporte eficiente. Por lo tanto, en la ecuación era más sencillo no cerrar ni invertir en temas de desgaste político electoral.

Hasta hoy la constante ha sido relegar las garantías de los ciudadanos que utilizan el servicio de transporte Metro a la intención política.

No pueden ver más allá de su nariz, se enfrascan en la confrontación política e ignoran que toda crisis genera oportunidades.