Un ejemplo del valor que tienen los expresidentes se puede observar en Estados Unidos, en situaciones apremiantes o acontecimientos de gran envergadura como la caída del Muro de Berlín., con Ronald Reagan ofreciendo un impresionante discurso en la Puerta de Brandeburgo, ante las amenazas de Corea del Norte, los atentados a las Torres Gemelas o la crisis hipotecaria de 2008, el presidente en turno siempre es receptor de todo el apoyo para defender al país o para implementar medidas que puedan resultar poco o nada populares pero necesarias e imprescindibles.
En México de alguna u otra forma había cierta tradición, incluso en la alternancia, el presidente saliente dejaba al final de su sexenio que las decisiones fueran tomadas por el presidente electo.
Sin embargo, hemos tenido un presidente que rompe esa regla de civilidad democrática y el resultado ha sido totalmente perjudicial.
Trump y AMLO, alejarse e imponerse
En su segundo periodo el presidente Trump ganó con una amplia mayoría de 312 votos electorales frente a 226 de Kamala Harris, una ventaja solamente superada por Ronald Reagan y Barak Obama, pero, como dice el clásico, esta vez decidió “mandar al diablo a sus antecesores” e imponer a contrapelo sus caprichos y obsesiones. Razón por la que apenas pasados los primeros cien días de su gobierno, su índice de aceptación cayó y, de acuerdo con The Economist, un 50% ya desaprueba su gestión.
Trump enfrenta una compleja situación internacional, la guerra comercial con China y el resto del mundo, agudizada por su necedad de imponer aranceles sin evaluar, consultar o consensar con las fuerzas productivas de su país ni con sus aliados políticos y comerciales, así como su insistencia en amenazar con la guerra, han generado el rechazo abierto de los expresidentes demócratas y republicanos, por la presión de una posible recesión y la gravedad del riesgo para su país.
En México, AMLO y la actual presidenta se niegan a escuchar, dialogar y mucho menos entender la importancia de la voz de los expresidentes. AMLO tuvo el descaro de no dejar el poder, su mandato terminó, pero impuso gran parte del gabinete, tomo decisiones sobre el presupuesto y ordenó las reformas que lo sostendrían, mientras la presidenta electa con la mayor votación y que mantiene altos niveles de popularidad, inexplicablemente decide seguir siendo su empleada.
Los expresidentes
Hay seis expresidentes de las tres principales fuerzas políticas, PRI, PAN y Morena: Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. De ellos, Salinas y Peña Nieto han mantenido un absoluto silencio.
El primero fue la punching bag de AMLO durante más de 18 años de campaña, pero, cuando llegó a la presidencia, dejó de atacarlo e incorporó a buena parte del equipo salinista a su equipo más cercano, y ahí siguen, sin que les toquen ni con el pétalo de una rosa.
Carlos Salinas, a pesar de las importantes aportaciones durante su administración, como el TLC y varias importantes reformas, también tuvo negativos que lo marcaron de por vida, como la corrupción de su hermano, los vínculos con el crimen organizado, la crisis económica, la aparición de grupos guerrilleros y los magnicidios. Hechos que impidieron que se convirtiera en el primer director de la OMC y que opacaron sin remedio su trascendencia como presidente.
Peña Nieto, también tuvo importantes aportes, sus 11 reformas estructurales, el fortalecimiento de aspectos de seguridad, economía y en lo social. Pero la característica principal de su sexenio fue la rampante corrupción, con una salvedad, no hubo tanta impunidad, encarceló a más de 12 gobernadores junto con algunos funcionarios públicos y otros fueron inhabilitados. Desde que el tabasqueño ganó la elección le dejó las decisiones importantes y acordó un pacto para garantizar la impunidad de él y muchos de sus cercanos, algunos de los cuales se incorporaron de inmediato al equipo de AMLO.
Vicente Fox pasó sin pena ni gloria, pero dejó algunos temas importantes como la Ley de Transparencia y Rendición de Cuentas y el mal sabor de la corrupción de los hijos de su esposa Martha Sahagún. Como expresidente se muestra dicharachero y muy poco constructivo.
Los impunes y los demócratas
Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, aunque en materia de ideología y programática tienen sus diferencias, son los que más aportaron para mejorar las condiciones del país y para advertir el peligro de seguir por el sendero que dejó trazado AMLO, que conduce a la tiranía.
A ambos expresidentes, AMLO y su sucesora les han declarado la guerra, los han tratado de callar, de maniatar y de amenazar. Basta ver el revuelo generado por el artículo de Ernesto Zedillo, lo atacan por el Fobaproa o lo amenazan a través de sus operadores, como César Gutiérrez, el aspirante a magistrado que es hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo encarcelado en la administración zedillista por sus nexos con el ‘señor de los cielos’.
Lo cierto es que Zedillo defiende la democracia, las instituciones y el Estado de derecho y en la contra parte está el proyecto de AMLO a punto de consolidarse y que defiende la presidenta Sheinbaum, que Zedillo define como el funeral de la democracia y del Estado de derecho, y que dará paso a un régimen tiránico.
X: @diaz_manuel