Los nombres de personajes como Lorenzo Córdova, José Woldemberg y Ciro Murayama, entre otros, son bien conocidos en México. Sin embargo, no es por las mejores de las razones. Todos se desempeñaron como consejeros del INE; el primero como presidente del Consejo General durante nueve años.

Lorenzo Córdova, abogado, investigador y catedrático de la facultad de derecho de la UNAM, no era, hasta el triunfo de AMLO en 2018, un funcionario conocido. La mayoría de los mexicanos quizás “lo ubicaba” como el sujeto que salía en television las noches de los comicios para anunciar los resultados electorales. Allí se quedaba.

Todo cambió en 2018. Si bien durante la presidencia de Córdova Morena alcanzó el registro y el cenit de su poder, AMLO llevó al funcionario de INE a las mañaneras. Mencionándole por nombre y apellido, le colocó en la opinión pública con el propósito de pintarlo como el representante de una élite política cuya labor resultaba onerosa para las arcas públicas.

Su trabajo al frente del INE valía muy poco -a juicio del obradorismo- y su sueldo era exorbitante. Además la institución misma había -decía AMLO- traicionado la democracia y era necesario reformarla o destruirla.

AMLO convirtió a Córdova en un político; naturaleza a la que el propio funcionario quizás jamás había aspirado. Convertido en “miembro de la oposición”, a pesar de no haber ingresado formlamente en un partido, Córdova participó en la “Marea Rosa” y pronunció elocuentes discursos en la plancha del Zócalo en la ”marcha por la democracia”.

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Frente a la reforma electoral que se viene, los ex consejeros del INE han propuesto una contrareforma que no pretende otra cosa que poner sobre la mesa una idea de reestructura que permita un mejoramiento del estado de las instituciones electorales y la forma de integración del Congreso, pero a la vez, que represente una alternativa frente al embate autoritario del morenismo.

Como puede anticiparse, la iniciativa caerá en oidos sordos. Ni la presidenta Claudia Sheinbaum ni nadie del obradorismo prestará siquiera atención a lo que esa “pléyade” de hombres que quieren recuperar sus privilegidos tengan que decir. El argumento del oficialismo será poderoso, y quizá llegue a la mañanera. Los exconsejeros serán vilipendiados, y la contrapropuesta no conducirá nada. Serán silenciados con todo el peso de la palabra presidencial. Habrán caido una vez más en desgracia.