A veces el mar de información nos sobrepasa a todos y dejamos de ver cosas importantes. No es para menos que en esta Ciudad de México esté al frente una mujer con una personalidad propia, gobernando esta “olla de grillos”.

Los desastres naturales no tienen palabra de honor, no se anuncian con antelación, ni mandan tarjetas de R.S.V.P. (Répondez s’il vous plaît”). Suceden en el momento menos esperado. Y la respuesta que se dé frente a esos eventos puede marcar trayectorias políticas.

Hablemos del terremoto de 1985; una ciudad antiguamente llamada Distrito Federal no podía elegir quién le gobernaba. El presidente en turno nombraba al jefe del Departamento del Distrito Federal, gestión que duraba los seis años del sexenio. Y durante el de Miguel de la Madrid, puso en ese lugar al político guanajuatense Ramón Aguirre Velázquez.

Fue la mañana del 19 de septiembre de 1985, marcando las 7:19 que se produjo un mortal terremoto, siendo su epicentro de origen las costas del estado de Michoacán. Quienes tuvimos la oportunidad de vivirlo en esta ciudad, fue un parteaguas para nuestras vidas de una u otra manera.

1985: el gobierno lento y mal

Lo que muchos resaltan de ese desastre natural fue la tardanza por parte del gobierno para reaccionar, muchos de los edificios gubernamentales colapsaron esa fatídica mañana; el gobierno se vio claramente rebasado por la sociedad civil. Y durante muchos años, el paisaje habitual del centro y colonias como la Roma, Condesa entre otras, era ver los edificios dañados en el terremoto como fantasmas dentro de la mole de cemento que es esta ciudad.

Era común ir por Calzada de Tlalpan y ver de pie construcciones que no terminaron de caer pero que carecían de muros, ventanas, puertas, o como en la Roma ver un solar que antes albergaba un edificio de departamentos u oficinas, ser un estacionamiento público.

Antes del boom inmobiliario, tuvimos que convivir los habitantes de esta enorme mancha urbana con esos “fantasmas” del terremoto del ‘85. La reconstrucción de viviendas por parte del gobierno de Miguel de la Madrid, fue desastrosa. En el centro, lugar en el cual muchas vecindades cayeron, reconstruyeron unos “huevos” de departamentos, sin embargo no fueron suficientes. Durante muchos años podía uno ver campamentos de damnificados que seguían esperando vivienda ya en el siguiente sexenio y en el subsecuente.

Las propuestas de hacer viviendas populares a las “afueras” de la ciudad, tampoco corrigieron el problema de los miles de damnificados del terremoto. A todas luces el estado de bienestar que debía darle el gobierno a sus gobernados fue más que carente, por no llamarlo inexistente.

Una científica

Años después, otro fenómeno natural golpearía la capital de este país. Ya en ese momento un jefe de gobierno al frente y votado por sus ciudadanos, tenía el reto en sus manos. Pero el año siguiente era un año electoral, y Miguel Ángel Mancera optó por enfocar todas sus baterías en intentar dejarle el cargo a una mujer de su entera confianza y cercanía: Alejandra Barrales, a quien en su momento acusaron de desviar (robarse) el fondo para los damnificados del terremoto del 19 de septiembre, pero del 2017.

Llegaron las campañas y la ciudad eligió la opción de una mujer, pero no la que fue alguna vez sobrecargo de Aeroméxico y secretaria general de su sindicato. No, se eligió a una política, científica, activista y escritora mexicana, quien iba de la mano con el entonces candidato, ahora presidente de la nación, Andrés Manuel López Obrador.

Como lo dije al principio de este texto, en la maraña de notas informativas y de sucesos que acontecen día a día, el gran trabajo realizado por la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo queda un poco “oculto”, y yo hoy quiero resaltarlo porque lo hizo desde dos trincheras diferentes: como alcaldesa primero y luego como jefa de gobierno, y en los dos niveles, con buenos resultados.

Por azares del destino tres de mis compañeras sobrecargos quedaron afectadas por el terremoto de septiembre del 2017, y no fue sino hasta la llegada de Claudia al poder que se puso manos a la obra la reconstrucción de viviendas.

Comenzando por levantar un censo de todas las viviendas dañadas, después puso un módulo de Atención a Personas Damnificadas, al cual puede uno ingresar desde el Portal de Reconstrucción del Gobierno de la Ciudad de México, en el cual:

“La reconstrucción restituirá los Derechos Humanos de las personas damnificadas, garantizando el derecho humano a la vivienda digna y adecuada, teniendo como base la atención integral de las personas damnificadas en la Ciudad de México…Tanto en vivienda unifamiliar como multifamiliar hay dos tipos de intervención:

  • Rehabilitación  (cuando el inmueble se repara para dejarlo seguro)
  • Reconstrucción (cuando el inmueble colapsó o los daños son de tal magnitud que el inmueble no puede ser rehabilitado o el costo de la rehabilitación es tan alto que es factible su demolición y reconstrucción total)”

Gracias a los casos de mis compañeras (dos de reconstrucción total del inmueble y uno de rehabilitación) he seguido de forma puntual el trabajo que encabeza Claudia y puedo decir que a pesar de la pandemia por Sars Cov 2, que por su naturaleza ha atrasado la entrega de todas y cada una de las viviendas de los damnificados, mis tres compañeras hoy se encuentran en sus nuevos hogares.  Cuando vamos por la ciudad ya no contemplamos esos “fantasmas de argamasa, cemento y fierro”; tal vez la reconstrucción pueda verse como algo “menor” pero ha sido un gran acierto la celeridad y la forma en cómo se abordó desde la Jefatura de Gobierno.

Razón por la cual, una férrea opositora al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ve en Claudia un muy buen prospecto para buscar la presidencia del país, porque es con trabajo y no con estridencias como se gana al electorado.