El finado y brillante político guerrerense José Francisco Ruiz Massieu sentenció alguna vez: “el abandono del trabajo ideológico es la degradación de la política (...) que es ejercicio dialéctico de ideas y hechos”. Sin duda que su prodigiosa mente y obsesiva formación como estadista, lograba avisorar el camino que el ala neoliberal del PRI, ya incipiente en alianza con el PAN, llevaba al país: a un pragmátismo obsceno, conveniente al dogma de los ‘Chicago Boys’ llevado al límite, que incluía una ignorancia de la élite política mexicana, otrora ilustrada, en asuntos de Estado. El hacer negocios al amparo del poder, era la ideología que tomaba fuerza desde ya, con miras a minar al Estado en favor del mercado; el entreguismo y la drástica disminución de las potestades estatales que vinieron después, le dieron (post mortem) la razón.

Un cuarto de siglo después, la lógica del poder en México cambiaba, la ideología regresaba, en favor de la recuperación de un Estado maltrecho minando a su vez a un mercado que con sus pocos mandamáses no conocía casi de límites en sus usos y abusos. Pero todo lo anterior, en los años de apogeo neoliberal, llegó demasiado lejos, la ignorancia política mostrada por las élites mexicanas da pavor, desde los despropósitos que responden en las entrevistas que se les hacen en, desde actos públicos de importancia, hasta las tan forzadas marchas de Ciudadanos privilegiados encabezadas por lo más corrupto de la política mexicana en contra del actual gobierno.

Tocaré sólo dos puntos, un par de conceptos que han venido utilizando los opositores con tal ligereza y desparpajo que hasta dan miedo:

-  Los líderes de la oposición (PAN/PRI Y PRD) hablan de ‘la posibilidad de un gobierno de coalición’. Ignoran o simulan por conveniencia desconocer, que esa figura no existe en nuestra Constitución, porque en pocas palabras no corresponde a nuestro diseño institucional. México tiene un sistema presidencialista (y ojalá nunca cambie, porque ya vemos con Perú e incluso con el caso España el estancamiento y la inestabilidad política que devienen en ocasiones en caos y anarquía). Un gobierno de coalición sólo puede emanar a partir de un Congreso de un sistema parlamentario o semi parlamentario, combinaciones las hay y no pocas, desde un parlamentarismo dominante, como el de Reino Unido hasta una monarquía constitucional (con un parlamento con mucho peso) como la de España o una suerte de sistema híbrido, como el de Francia, donde eventualmente en algunos casos, sus Constituciones preveen eso, un eventual gobierno de coalición, pero pactado desde el parlamento, como por ejemplo el gobierno que está ahora mismo aún en funciones en España.

- El desesperado y malsano deseo de la oposición, tanto la desesperada por el retiro de sus privilegios ilegítimos como la que sólo actúa por una fobia sustentada en complejos más propios de diván que de sustento intelectual, de que el presidente Andrés Manuel López Obrador corra la misma suerte que el destituido por el Congreso del Perú, Pedro Castillo. Mismo caso, en México es prácticamente imposible un escenario así, porque nuestro sistema de gobierno es de un presidencialismo fuerte y que a mi juicio, se debiera fortalecer aún más, abonando a un regreso centralista, restandole así potestades y recursos a los famosos y onerosos ‘órganismos autónomos’, que en no pocas ocasiones sólo abonan a la parálisis burocrática, la corrupción, el entreguismo o de plano a la ingobernabilidad, lo mismo con nuestro federalismo, que desde el sexenio de Fox, dio a gobernadores y presidentes municipales facultades que solo les dotan de amplisimo margen para la corrupción, el dispendio y la opacidad.

En fin, ojalá los extraviados opositores, desde privilegiados líderes políticos y empresariales, hasta ciudadanos de a pie, se enteren un poco más del ABC de la cultura política, dejando de confundir gimnasia con magnesia, y/o gobiernos de coalición con simples oportunistas y coyunturales alianzas político electorales.