Durante todos los meses que duró la construcción del nuevo aeropuerto en Santa Lucía uno de los grandes temas que ocuparon la atención, tanto de medios de comunicación como de público en general, fue el tema de las certificaciones.

Se habló muchísimo de que la nueva terminal aérea carecía de las certificaciones internacionales para poder operar, y que estaba por ello estaba destinada al fracaso. Muchas voces argumentaron que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) no había extendido certificado alguno de aeronavegabilidad. Cabe mencionar que tales argumentos se siguieron usando a pesar de que en la propia página de este organismo se explica que ellos no regulan la aviación internacional.

Lo que sí compete a la OACI es la elaboración de los lineamientos del Anexo 14, el documento de la misma organización sobre las normas, métodos recomendados, instalaciones y servicios técnicos que normalmente se suministran en un aeródromo a nivel mundial, incluyendo la certificación de los mismos, pero -y este es el punto importante- la multi mencionada certificación tiene que ser vía la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), de nuestra Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT).

Que quede claro: la OACI no certifica porque no es un órgano certificador. Tanto la OACI como IATA son órganos internacionales que establecen los estándares que los países pueden adoptan en su normativa interna. Ahora, ¿quiénes sí certifican los aeropuertos en nuestro país? la empresa ALSA, consultora en aeronáutica, y Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), ambas certificadas por la Entidad Mexicana de Acreditación (EMA).

Estimado lector, subraye con color rojo esta información. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) sacó un comunicado el día 24 de marzo de este año, celebrando la apertura del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. En dicho escrito se congratula y opina que la nueva terminal desempeñará un papel fundamental en el corto y largo plazo, para el desarrollo sostenible del Sistema Aeroportuario del Valle de México. No estoy acomodando las palabras, es una cita textual.

Quiero resaltar: como país somos miembros de la IATA, y el comunicado que emitió es contundente: el nuevo aeropuerto permite llevar a cabo los servicios aeroportuarios, “comerciales y complementarios” de manera segura y eficiente.

Dejemos atrás la insistente, caduca y a todas luces falsa narrativa de que faltan certificaciones internacionales, o que la nueva terminal es un fiasco por las pocas operaciones; tiene que entenderse que las operaciones irán incrementando de manera paulatina y ordenada, pues en conjunto con la SICT tendrán que analizarse la entrega de slots dentro de la nueva terminal, siempre ponderando la necesidad real de ir desahogando, de forma gradual, las operaciones que se llevan a cabo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

El comunicado de la IATA abunda en otros temas, pero debemos prestarle mucha atención a tres puntos, en los que expone su postura, así como la de la Cámara Nacional de Aerotransportes (CANAERO), quienes seguirán trabajando en conjunto con las autoridades con el objetivo de garantizar los requerimientos para la operación y seguridad.

1.- Desarrollar y optimizar la conectividad terrestre entre la zona Metropolitana de la Ciudad de México y esta nueva terminal.

2.- Maximizar el uso y capacidad de la infraestructura del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), promoviendo y asesorando con acciones que permitan hacerlo más seguro, moderno y eficiente, incrementando los niveles de calidad de servicio al pasajero.

3.- Continuar implementando mejoras en los procedimientos de control de tráfico aéreo en el área del Valle de México, para garantizar los más altos estándares de seguridad y eficiencia del espacio aéreo.

Es evidente que la IATA y la CANAERO observan que el mercado mexicano tiene un gran potencial de crecimiento. Previo a la pandemia, la aviación generó 38 mil millones de dólares, más menos como rescatar 38 veces a Aeroméxico, de acuerdo con lo que costó que saliera de su Capítulo 11, en Estados Unidos.

Los tres puntos mencionados son claros en decir: falta mucho trabajo. Sin embargo, hay voces que se entretienen estérilmente insistiendo en que “faltan certificaciones de la OACI y la IATA y que por eso no hay más vuelos internacionales”. No es cierto, ya vimos que no es así. No habrá vuelos internacionales hasta que no regresemos a la Categoría 1, y para ello ya existe un calendario que se está trabajando en conjunto con la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos de Norteamérica (FAA) y la nacional Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), para que entre junio y julio por fin esto pueda ser una realidad, y ahora sí comenzar a impulsar más vuelos desde y hacia el AIFA.

Pocas cosas me alegrarían tanto como saber que las observaciones de la IATA y por la CANAERO serán acatadas y cumplimentadas. Esperamos que las conexiones terrestres al AIFA mejoren de manera substancial, haciendo del nuevo aeropuerto una opción viable. Muchos siguen con reticencia a utilizarlo, sobre todo por los comentarios negativos que un día si y otro también se vierten en las redes sociales, así como por los infundados mensajes de WhatsApp que se viralizan gracias a los “tíos piolines”, que lo mismo mandan fake news, que frases motivadoras y chistes insulsos.