Tal y como era perfectamente previsible, el presidente AMLO utilizó el pasado 1 de septiembre como tribuna para hablar sobre logros inexistentes. “Tengan para que aprendan” dijo AMLO a neoliberales tecnócratas sobre los supuestos resultados sobre economía bajo su gobierno.

Los supuestos logros del presidente AMLO se encuentran (AMLO dixit) en el récord de remesas recibidas de los Estados Unidos, récord histórico en inversión extranjera directa, no incremento de la deuda pública, récord histórico en las reservas del Banco de México. Enseguida, el presidente aseguró que el país vive gobernabilidad y paz social.

¿Qué decir entonces del aumento de la pobreza según datos del CONEVAL? ¿Qué decir de las consecuencias nefastas sobre la cancelación del aeropuerto de Texcoco? ¿Qué decir sobre el hecho de que el 80% de los contratos del gobierno federal han sido otorgados mediante la figura de la adjudicación directa?

¿Qué decir de la falta de apoyos a familias tras la crisis provocada por la pandemia? ¿Qué decir del crimen organizado que campea a lo largo del país y que se ha fortalecido luego de la absurda estrategia bautizada como abrazos no balazos? ¿Qué decir de la profunda polarización social que lacera a nuestra nación? ¿Qué decir de la reciente amenaza a una periodista mexicana? ¿Qué decir de los atisbos autoritarios de AMLO contra los organismos constitucionales autónomos?

Sin embargo, a pesar de sus fracasos en cada una de las materias de la agenda pública, el presidente AMLO tiene aún tiempo por delante que le brindará una ventana de oportunidad para trabajar ver-da-de-ra-men-te en favor de todos los mexicanos.

En 2018 el pueblo de México le concedió legítimamente un triunfo incontestable. Desafortunadamente, el talante del presidente, su instinto político y su anclaje en el pasado le han apartado del camino de las políticas públicas pertinentes y de vanguardia que permitan llevar a México hacia un mejor futuro. Le quedan tres años… y el país espera resultados.