Mientras el mundo entero se inquieta en torno a la propagación inexorable de la variante Delta, y al tiempo que jefes de Estado y de gobierno denuncian vehementemente la ilegítima utilización de Pegasus para labores de espionaje, la prensa mexicana dedica un buen espacio de su tiempo a la inútil consulta popular sobre los juicios a expresidentes de México.

En este sentido, AMLO y los suyos no cejan en su insistencia de que los mexicanos participemos en un ejercicio inútil que nada aportará a la patria. Primero, porque todo indica a que no acudirá el número suficiente de ciudadanos para que devenga vinculante. Segundo, porque el resultado es claramente previsible: ganará el SÍ; y tercero, porque aunque milagrosamente ganase el NO, imperarán las prioridades políticas de la autoproclamada cuarta transformación.

AMLO y sus correligionarios, a la vieja usanza del populismo latinoamericano, favorecen las “consultas participativas”, sea para legitimar acciones públicas (mismo si en ocasiones muchas de ellas atentan contra la evidencia y el interés general) o como medio de distracción de los verdaderos problemas que aquejan al país. En otras palabras, hacen ceder a la democracia parlamentaria y a la justicia frente a una supuesta democracia popular reflejada -según arguyen- en los resultados de las consultas.

Como es bien sabido, la Constitución y las leyes otorgan facultades a la Fiscalía General de la República para el lanzamiento de cualquier investigación en contra de algún implicado. Para ello, no es necesario el dispendio absurdo y grosero de millones de pesos; y más en tiempos tan alarmantemente acuciantes como los que vive México en términos de salud, seguridad y educación.

Asaz pertinente resultó hace unos días la publicación de The Economist, la cual tilda de cantinfleo a la pregunta reformulada por la Suprema Corte. El diario británico, al igual que otros medios de opinión serios y comprometidos con la democracia liberal, dan cuenta del populismo rampante que asola nuestro país, de los recortes presupuestales en áreas estratégicas y del circo montado por el presidente AMLO para hacernos olvidar los fracasos ostensibles de su gobierno en cada una de las aristas de la agenda pública nacional.

El próximo 1 de agosto tendrá lugar la consulta.

Al día siguiente, AMLO en su mañanera presumirá el resultado y alardeará sobre el compromiso de su gobierno contra la corrupción; todo ello como parte del teatro montado por él mismo. Una escena teatral que ridiculizaría a los mejores dramaturgos. En una pena.