En medio de la vorágine trágica de la segunda onda pandémica del Covid-19 en México, el pasado 24 de marzo del 2021 recibí la novela Olvido, de Sergio RAM (Sergio Ricardo Arenas Martínez), publicada por Editorial Laberinto el 20 de diciembre de 2020.

Novela extensa de 348 páginas, de un autor que ha escrito cuento, ensayo y periodismo cultural.

La impresión tras la lectura de las primeras páginas se confirmaría al final de la misma: hay una elección técnica que prefigura la escritura y es la imaginación la que ha elegido o configurado esa técnica como superpuesta sobre un lienzo o mapa de trabajo; y a partir de allí, de esa guía, se realizan los trazos.

E independientemente del contenido, la trama y los personajes, este es el mayor valor observado, la concepción de la estructura de la novela con una coherencia confirmada tras la lectura atenta, detallada no obstante ser un texto no lineal que viaja cuando menos por tres generaciones humanas. La primera, hacia finales de los años 1960, la segunda 20 años después, y la tercera tras otros 20 años, aproximadamente, y desarrollada en una geografía cuyo núcleo es la ciudad de Puebla, México, aunque con ramificaciones nacionales y aun internacionales (España, Armenia).

Otro valor importante a destacar, naturalmente, es la capacidad de trabajo, la disciplina para escribir de manera abundante y mantener la coherencia novelística hasta el final. Aunque debo decir en este punto, para esclarecer y advertir de los prejuicios personales, que básicamente he abandonado la lectura de novelas recientes de “largo aliento”, porque la brevedad se me ha impuesto como una elección natural. Las últimas novelas modernas profusas que abordé tienen ya tiempo; Los detectives salvajes (1998) y 2666 (2004), de Roberto Bolaño; admito la “mala” influencia crítica de Borges y el ejemplo de incontables autores.

Una vez que RAM ha estructurado el concepto de la novela, cuenta esencialmente una historia de amor romántico no correspondido, en primera instancia, y que culmina en desolación vital reconfortada por la comprensión de la existencia humana. A dos personajes centrales, Olvido y su enamorado Armando, la primera generación básica de la trama, les suceden una serie de situaciones, personajes y acumulaciones de complejidad que se irán resolviendo hasta el sorpresivo final. Y en ese contar se emplean varios recursos técnicos a través de los personajes que se van multiplicando. Cito algunos de ellos como aciertos y otros como una elección del autor que al lector pudiera parecer errática.

1. La ensoñación de un borracho (Armando) estimulada por la evocación de canciones, cantantes y grupos del rock and roll y el rock de finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo XX (65 al 75; y algunas canciones mexicanas). Buen recurso del autor que en 215 páginas ofrece al lector el catálogo completo de canciones de una rocola de cantina que van programando unas prostitutas que tienen una interacción pasiva con el personaje alcoholizado (y de pronto narcotizado). Al final de esta “Evocación” (parte 1 precedida de un breve “Preludio” que presenta el misterio de una investigación sobre la trama y personajes de la misma en la novela), hay un giro en la historia, pues han transcurrido 20 años y la segunda generación comienza a ser protagonista).

2. Deux ex machina. Es un recurso teatral o literario utilizado en momentos cruciales de la historia para dar salidas no naturales, extra lógicas, a situaciones complicadas de la trama; soluciones no siempre creíbles, pero..., es un recurso. Se recurre en varias ocasiones a esta técnica en la novela, por ejemplo, cuando el personaje Armando es encontrado y salvado por otros personajes de manera fortuita, a veces increíble, en un cerro de Puebla o en la playa de Veracruz o cuando suceden coincidencias demasiado forzadas como la aparición de Olvido en Comalcalco, Tabasco; y sí, lo forzado de las situaciones pudieran convertir en poco creíbles estas escenas.

3. Acumulación de evidencias en la trama y la ramificación de personajes que hacen interminable la historia (una de las razones de mi alejamiento de la novela de nuestro tiempo). La reiteración, la obstinación por volver a decir lo que ya se contó en boca de otro personaje o con una pequeña variante.

4. El tono empleado en Olvido puede llegar a ser televisivo, en particular, de telenovela (algún personaje lo menciona); una monotonía en el contar y recontar la misma historia en el lenguaje ordinario de los personajes. No obstante la coherencia de la novela, resulta pesado para el lector.

Después del “Preludio” y la parte 1, “Evocación”, la novela continúa y concluye con 2, “Provocación” y 3, “Resolución”; de nuevo, observando lógica estructural (y con un sorpresivo final) a pesar de lo intrincado de la trama, el tono parsimonioso, la acumulación, la ramificación, la reiteración y las resoluciones inesperadas.

Considero que Olvido, de Sergio RAM, puede tener interés y un “nicho” más o menos natural entre lectores que gustan de tramas prolongadas y enmarañadas; los que sienten identidad e intimidad con la geografía núcleo de la novela, en este caso, la ciudad de Puebla, sus calles, plazas, colonias, cerros; los aficionados de historias románticas y complicadas; los interesados en el tema de la inmigración española y armenia a Puebla; y sobre todo, entre los aficionados a la música roquera, los que “amen” (como se dice) las canciones, los grupos, los cantantes del rock and roll de las décadas de los sesenta y principios de los 70 del siglo XX. Es en este ámbito cancionero donde más se explayan el autor y sus personajes durante toda la novela y marcadamente en la primera parte. Un verdadero festín musical para ellos, siendo a la vez el toque de inicio y el motor de la novela.

Olvido. Sergio RAM. Laberinto Ediciones. México, 2020.

@NietzscheAristo

Autora: Aguilarti.