Morena sí puede perder. Esta es la principal aseveración que debe calar profundamente en el ánimo de todos los mexicanos. A pesar de las todas las medias verdades, propaganda y tergiversaciones hechas por AMLO y su partido, la oposición tiene buenas posibilidades de arrebatarles la presidencia en 2024. Esto ha sido puesto de manifiesto tras el ascenso de Xóchitl Gálvez.
Por otro lado, AMLO es un hombre autoritario. A lo largo de su carrera política, se ha distinguido por no ser un buen perdedor y de haber acusado fraude en cada uno de sus fracasos electorales. Así lo hizo en las elecciones de Tabasco en 1994 cuando perdió frente a Roberto Madrazo, en 2006 contra Felipe Calderón en aquel bochornoso espectáculo montado en el Zócalo y con el cierre de Reforma durante semanas, contra Pena Nieto cuando argumentó que el PRI había violado la ley electoral con el rebase de topes autorizados de campaña, y lo hará seguramente en 2024 si alguna de sus corcholatas es derrotada por la oposición.
La diferencia entre 2024 y el pasado es una: AMLO es ahora jefe del Estado mexicano. No es más un rabioso opositor cuyo poder se limitada a azuzar masas y a convocar mítines y marchas, sino que ahora es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, jefe de la Guardia Nacional, cabeza de un aparato burocrático compuesto por poderosas secretarías de Estado y líder moral de un movimiento que hace y deshace en el Congreso y en la mayoría de las entidades federativas.
¿Hasta dónde llegaría AMLO si Morena fuese derrotada en 2024? ¿Cuál sería la reacción inmediata y posterior del presidente ante enfrentar la realidad de que el pueblo de México, al igual que lo hizo en 2021, ha dado la espalda a un movimiento encabezado por él mismo? ¿Qué haría AMLO para evitar que el Tribunal Electoral avalara la decisión del INE y que emitiese la constancia de mayoría al candidato triunfador?
¿Se atrevería AMLO a ordenar al Ejército o a la Guardia Nacional la irrupción en la sede del Tribunal para impedir que los magistrados voten? ¿U ordenaría a los soldados que se destruyesen los paquetes electorales? ¿Cuán lastimado resultaría su enorme ego político al saber que su amada 4T podría ser en buena medida desmantelada por un nuevo presidente que no comparta muchos de los valores abanderados por Morena?
Sin duda la respuesta a estas interrogantes genera ansiedad, y si se quiere, miedo en los hombres y mujeres que conocen la biografía de AMLO. Como he señalado, el tabasqueño cree fielmente que él es el salvador de la nación, y que, por tanto, estaría legítimamente habilitado para impedir que la oposición conservadora volviera a tomar las riendas del país, mismo si ello implica emplear la fuerza del Estado.