Más de 120 vuelos internacionales diarios, en promedio, recibe el aeropuerto de Cancún, frente a menos de uno, también promediado, que recibe Acapulco; convertido desde hace 25 años en el destino número uno para el turismo nacional, y lo anterior tiene explicaciones: Acapulco, en sus años de gloria considerado la meca del turismo internacional, fue decayendo por la irrupción de centros turísticos integralmente planeados (CIPs) por el Estado mexicano (FONATUR), pero también por la construcción, a principios de los noventa, de la autopista del sol, que, en los hechos, hace a Acapulco en la playa de la Ciudad de México y estados circunvecinos (un mercado potencial y en parte, cautivo, de unos 25 millones de habitantes).

¿Qué sucedió en Acapulco?

Pero algo sucedió desde entonces, y fue la desaparición paulatina de atractivos turísticos variados; en la Riviera Maya, en las recepciones de los hoteles el visitante tiene una oferta de no menos de veinte opciones para pasar su día, tours con atractivos de todo tipo; en Acapulco sucede lo contrario, cómo un taxista de CDMX me comentaba hace poco: “antes ibamos más seguido, pero en últimos años no; es que siempre es lo mismo”.

Y si, la oferta turística parece haber quedado congelada en los años 70: lanchas de fibra de vidrio de fondo de cristal, el clavado en La Quebrada, yates de recreo de casi un siglo de antigüedad y uno que otro sitio emblemático de una vida nocturna que aún sobrevive. Para todo el sector turístico en Acapulco, ha sido muy cómodo el saber que se tiene una ocupación hotelera garantizada cada fin de semana y/o temporada de vacaciones, gracias a la citada carretera: se dejó morir el fastuoso Centro internacional de Convenciones, así cómo eventos de primera, cómo lo fueron los últimos, los festivales internacionales Acapulco (del 91 al 94), esto es, casualmente, a partir de la entrada en operación de la autopista, no sólo no se ha avanzado, ni aún estancado, sino que se ha tenido un franco e innegable retroceso.

Todo lo anterior, aunado a unas autoridades que reflejan su entusiasmo en el hecho de, prácticamente, haber tenido durante dos décadas, al mismo titular de la Secretaria de Turismo estatal, con el sólo mérito de ser cuota política de un personaje de peso de la política de la entidad. ¿A cuenta de que nos hemos permitido toda esta parálisis?, el Secretario en cuestión, nunca marcó una diferencia; al venir el turismo nacional por la simple inercia de la cercanía que da la autopista, hasta vuelos nacionales ya hay muy pocos; un aeropuerto desierto, síntoma inequívoco.

¿Para cuándo la innovación?

Acapulco tiene mucho más potencial, hace falta voluntad política para innovar. “la imaginación al poder”, era una consigna en el mundo combativo y revolucionario de la década de los sesenta; hoy más que nunca, con la llegada de la primer mujer a la gubernatura de Guerrero, dado también su juventud, honestidad, frescura y entusiasmo, esperemos se renueven cómo nunca las esperanzas, de sacudir a la principal actividad económica de la entidad, y así levantar de los últimos sitios en cuánto indicador positivo se refiere, y de los primeros lugares en lo negativo.

Bienvenido el turismo de fin de semana en Acapulco, condominios, playa y OXXO, sin duda, pero también se deben crear incentivos para aumentar la cantidad y calidad de hoteles, así cómo la innovación de la oferta turística, para que, de a poco, el turismo internacional regrese, ya sea por tierra, mar o aire. Lo tenemos todo, incluido también un grosero y triste resago.

¡Llegó la hora de bajar de la hamaca y trabajar, todos juntos, por Acapulco !

Ginés Sánchez I Twitter: @ginesacapulco