IRREVERENTE

Todos Santos, BCS.

Les platico: Para templos, Todos Santos; para playas, Los Cerritos.

El fervor y los avatares de estos días se viven diferentes en estos lados de la Patria.

Hasta la temperatura suele ser distinta.

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Mientras Monterrey se cuece al fuego lento de 40 grados, acá en Baja California Sur los milagros se cosen a 15 en las entretelas de las idas a la iglesia en el pueblo mágico, y el frío de las aguas del Pacífico en Cerritos.

Los resultados de la consulta popular casi pasan desapercibidos.

Lo que viene este Domingo de Resurrección con la reforma eléctrica, pues ahí me cuentan, porque hasta para eso existen prioridades.

No es cierto, no se crean.

La labor del periodista -o más bien, del reportero- es más demandante que la del médico.

Si el hospital, la consulta y la operación son de 24 horas, las del reportero cuentan para 25 al día... o cualquier cosita menos, como 26, parodiando y recordando al inefable Peña Nieto.

¿Analista?, no. ¿Columnista?, menos. ¡Yo soy reportero! y a decir eso le aprendí a don Julio Scherer García, no el Ibarra de estos días, sino el García de cuando con Agustín Gutiérrez Canet y otros aventados fundaron “Proceso” en el México de la otra vida, no la de ésta.

Me acordé mucho -como siempre lo hago- de don Julio este recién pasado día 7. El aniversario de su muerte muchas veces cae en Semana Santa y entonces, el recuerdo suele ser más fervoroso.

Acá se vive la Semana Santa en forma bien variada.

A unos cuantos kilómetros de los templos está una de las playas más sui generis de todo México.

El pueblo -ya sabemos- se llama Todos Santos y en estos días hace honor al nombre que los misioneros le pusieron, con un fervor que a lo mejor nomás en estos lados se percibe.

Y la playa es una inmensa con las olas bravas del Pacífico y no las calmas del Mar de Cortés de la Península.

En un mismo día puede uno zambullirse en el fervor del olor a incienso de los templos de a de veras -los de los católicos mexicanos- y más tarde o más temprano en el oleaje del mar de Cerritos.

Así, uno se extasía solo o en pareja con un mágico atardecer en la playa de Cerritos, teniendo como fondo entre los acantilados, la cúpula de templo católico del hotel que hace tiempo fue por su dueño abandonado y que hoy solo sirve para eso -como fondo- de múltiples y variadas fotografías... como la que en este artículo a mis queridos lectores les regalo.

Mañana le seguimos... a ver cómo lucen desde acá los escarceos de los diputados con la reforma eléctrica que les mandó a aprobar don Andrés Manuel en pleno Domingo de Resurrección, y si aparece colgado por ahí uno que otro Judas, NO hagan caso de los mensajes póstumos que seguro dejarán entre sus pertenencias: “no se culpe a nadie de mi muerte...”, porque culpables sí los hay... y muchos.

CAJÓN DE SASTRE

“Amén”, termina su rezo la irreverente de mi Gaby.