La Secretaría de Educación Pública (SEP) pondrá en marcha a partir del 17 de abril la Estrategia en el Aula Prevención de Adicciones. Se pretende educar a los niños en el rechazo a las drogas.

Entre toda la estridencia, la nota de llevar una campaña contra el fentanilo a las escuelas, a todas, puede parecer una acción ingenua y menor. Sin embargo, es la única que tendría efectos importantes y de largo plazo, si se le da continuidad.

La gran falacia en el debate del narcotráfico ha sido ver las drogas desde todos los puntos de vista, excepto en su dimensión de bien consumible: económicamente, es un bien que al crear adicción en sus consumidores, se vuelve de demanda inelástica.

Para entender el comportamiento de este tipo de bienes, base usar el ejemplo de la gasolina, o el de la luz eléctrica. Si esos bienes suben de precio, los consumidores podremos quejarnos y hasta movilizarnos, pero no podemos optar por dejar de consumir ese bien porque para nosotros es de primera necesidad.

Cuando escasee, lo único que sucederá es que subirá el precio, porque la demanda se mantiene constante. A diferencia de estos bienes, los de demanda elástica no son de primera necesidad o, siéndolo, admite bienes sustitutos.

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Si suben el precio de los autos, mucha gente optará por no comprar autos nuevos, y si sube demasiado un producto alimentario específico, como la carne de res, probablemente el consumidor opte por comprar carne de pollo o de cerdo, si solo la de res aumentó.

En el caso de los drogadictos, ellos tienen la droga como un artículo que ni sustituyen ni pueden dejar de consumir, así que cuando el Estado se ocupa sólo de la parte de ataque a los productores o comercializadores (los narcotraficantes), se está concentrando en reducir la oferta.

Pero si no ataca también la parte de la demanda, como explicamos antes, ni se reducirá el consumo de drogas ni los adictos optarán por dejarla de consumir cuando escasea. Más bien, subirá el precio.

Desde el lado del narco, al endurecer sólo las medidas policiacas, aumenta las barreras de entrada y permanencia del negocio, así que los cárteles deciden concentrar su poder de fuego y recursos, y ahora los narcotraficantes que siguen en él, cuentan con medios violentos de alto calibre y a gran escala.

Esto sucedió en el sexenio de Felipe Calderón, puesto que se cerraron las fronteras y, de múltiples narcotraficantes pulverizados y dispersos trasladando cantidades variadas entre los países, ahora sólo convoys armados y cárteles con poder de fuego cuasi militar podían quedarse en el negocio. Se atomizaron y, los que quedaron, se fortalecieron.

Se usa el ejemplo de la prohibición de alcohol en Estados Unidos como evidencia de que una estrategia eficaz contra las drogas sería legalizarlas todas, pasando por alto lo siguiente: en primer lugar, nadie ha hablado nunca de legalizar drogas duras, por sus efectos en la conciencia y en la salud, que son mucho mayores que los del alcohol.

Se habla de legalizar la marihuana, que comprende una porción pequeñísima del mercado de drogas ilegales.

En segundo lugar, porque el alcohol sigue causando enormes problemas de todo tipo, simplemente la sociedad lo ha normalizado y ha vuelto el tema uno de responsabilidad para quien lo consume. El ejemplo más ilustrativo para el caso, más bien, sería el de los cigarros.

Luego de años de cabildeo agresivo y millonario de las empresas tabacaleras, los gobiernos han logrado que las nuevas generaciones disminuyan considerablemente su consumo y adicción.

Si bien es cierto que aún quedan muchos fumadores, en otras generaciones se consideraba como un paso hasta necesario para la adultez, o símbolo esencial de sofisticación.

Ahora a los fumadores se les ve como pobres ansiosos que a cada rato tienen que salir a la banqueta por su fix de nicotina. Y para lograr esto, lo que se hizo fue meter a los jóvenes, desde que eran niños, propaganda contra el consumo de tabaco. No fue un tema policiaco, porque no hubiera servido de nada sin esta otra parte.

Con las drogas sucede lo mismo. Porque siempre que haya alguien dispuesto a comprar algo, habrá quien lo venda.