Juan Rulfo y Miguel de Cervantes Saavedra, dos autores para dos ejercicios dentro del taller de novela del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, a cargo del escritor Vicente Alfonso. 1. Se trata de reescribir el cuento “Macario” desde una perspectiva distinta. 2. Después de elegir y decidir personajes de novela favoritos (elijo a Don Quijote y Sancho), la indicación pide ubicarlos en un contexto bizarro, en este caso, Disneylandia. Veamos qué sucede.

I. Macario visto por Felipa

Ahí está otra vez ese desgraciado en la alcantarilla matando ranas para comer. Si al menos no se tragara también los sapos, como le he dicho. Pero es tan bruto que le da lo mismo sapo que rana. O cucarachas que alacranes. De nada sirve que la madrina lo lleve a la iglesia; de todas maneras se va a condenar al infierno.

Yo no sé por qué siempre tiene tanta hambre si bien que le doy de comer. En la cocina, esos montoncitos de comida que nos reparte la madrina –hasta el mío le doy a veces-. Y en las noches, esa lechita caliente que me sale a borbotones y que él mama diciendo que le sabe a la miel de la flor de obelisco. Tonto Macario.

Macario y Felipa
Macario matando ranas para comer

II. Sancho y Don Alonso Quijano en Disneylandia

Después de recogerlos en el aeropuerto de Los Ángeles, los organizadores los llevaron a registrar a un hotel, mas no tuvieron tiempo para descansar. Tras las revisiones y confirmaciones pertinentes, estaban ya en el centro de diversiones de Disney.

_ Te lo dije güey, que iba a estar bien chingón. Y tú que no querías ir a Barcelona.

_ Pues cómo, si nos iba tan bien en Times Square, no mames.

_ Bueno, pues barcelonita nos trajo a Disney y ya, hacemos nuestro número y a gozar los tres días y dos noches del premio.

_ Pues sí, tienes razón, qué bueno que nos metimos a ese concurso; a ver, dame un beso.

Sancho se refería al concurso de botargas convocado por la ciudad de Barcelona para conmemorar la entrada de él y Don Quijote a la misma. Pues Cervantes, es decir, Cide Hamete Benengeli, había llevado al caballero andante –en la segunda parte de sus aventuras- a desfacer el entuerto de que un vecino de Tordesillas había compuesto un libro llamado Segunda Parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, y se imprimía en dicha ciudad. Cuando Don Alonso Quijano, Quijada o Quesada vio el libro imprimiéndose, indignado y no sin despecho se retiró de la “emprenta” asegurando que a ese libro falso le llegaría, como a cada puerco, su San Martín, recibiría respuesta y en cierta manera castigo. Y este sería nada menos que, como la manos que se dibujan a sí mismas, el libro de Cide Hamete que lo narraba en ese justo instante diciendo “pero su San Martín le llegará, como a cada puerco…”.

Disneylandia

Después de colocarse las vestimentas, Patricia la de Sancho y Francisco la de Don Quijote, los organizadores los llevaron a las mismas puertas del castillo de la Bella Durmiente, punto de reunión de las botargas premiadas de todo el mundo para el I Festival de Botargas en Disney (una novedosa idea del emporio de ensanchar negocios), para poco más tarde trasladarlos al escenario de representación de las rutinas con que habían ganado. De pronto, Patricia y Francisco empezaron a ver a otros compañeros de viaje disfrazados de Pancho Villa, Jean Valjean, Carlota la loca con Maximiliano, Principito, Barbie Rubia y Morena, Sor Juana, Hamlet, El Santo, Madama Butterfly, etcétera. Y claro, todos los de casa, el ratón Miguel, Mimí, Pluto, el Monstruo Come Galletas, Aladino, Bestia y Bella, Hércules, Alicia y El Sombrerero Loco…

_ Uy, qué bonito, dijo Patricia.

_ Pues ya ves, y tú que no querías ir a Barcelona.

_ Ya, güey, deja de decir esa mamada. Acepté ir y ya, y ganamos el premio y ya; por eso estamos acá. Pero yo no regreso a Barcelona, tenemos más trabajo en Nueva York.

_ Pues ya veremos. Oye, y si nos echamos una vuelta para conocer por aquí en lo que llega la hora de actuar.

Y caminaron Sancho y Don Quijote, entre Fantasyland y Tomorrowland. Y eran abordados por niños y adultos que se retrataban con ellos y les pedían que hicieran poses y locuras caballerescas, que cargaran niños, que amenazaran con sus lanzas,… Hasta que Sancho jaló a Don Quijote a un lado para hablarle.

_ Uta, ya me cagaron estos y ni siquiera te dan un pinche dólar.

_ Pues si no venimos a trabajar acá, güey. Hacemos el show a que nos comprometimos a cambio del premio y ya, libres. A lo mejor le sacamos algo de jugo a las calles del L. A., ¿no?, ja, ja, ja.

_ Con este pinche calor y estas madres para verme gordo y hacerte Sancho; ja, ja, ja, simuló una risa irónica.

_ Cálmate, Patito. Y eso de sancho no es literal, ¿verdad?

_ No güey, pero ya estoy hasta la madre. ¿Y si mejor cada quien se va por su lado? Yo para Fantasyland y tú para Tomorrowland. Les pedimos a los güeyes organizadores que nos presten al caballo y el burro. Y así más rápido nos echamos una vuelta y nos vemos de regreso. Ah, oye, y ya deja de estar mamando con las pinches barbies y el Emo, que también lo hace una vieja; ya te vi coqueteándoles.

_ Uta, ya, ya, calma. Tú siempre con tus celos insoportables; vamos por las bestias pues, y nos vemos al rato.

Y así le hicieron. Sancho y Don Quijote montaron en el rucio y Rocinante y cada quien tomó por su ruta. Pero algo sucedió cuando regresaron a la tienda de reunión, porque el evento de premiación estuvo a punto de ser cancelado. Hubo una batalla campal entre las botargas. Suspendieron la actuación de Sancho y Don Quijote, así como las de la Barbie Rubia, Carlota y Maximiliano, y fueron retenidos por un tiempo en las oficinas de la administración del parque. La nota la cubrieron los periódicos locales al día siguiente.

Batalla campal entre las botargas en Disneyland. Los hechos tuvieron lugar antes de dar inicio el I Festival Internacional de Botargas de Disney. Según reportaron testigos presenciales, una escena de celos entre los intérpretes de Sancho y la Barbie Rubia, propició un pleito que terminó por involucrar a casi todas las botargas del evento de premiación de ganadores de diferentes partes del mundo. Don Quijote contra Maximiliano; Hércules contra Jean Valjean, Principito contra Ratón Miguel, Pluto contra Pluto, Pancho Villa contra Pancho Villa (se dio el caso de que hubo botargas duplicadas), Monstruo Come Galletas contra Barbie Morena, todos contra todas. La seguridad logró imponerse y retuvieron a los iniciadores del escándalo suspendiendo sus derechos a la premiación. Se supo, por testimonio de algunas botargas, que Patricia Sánchez y Francisco Pérez, estudiantes de teatro en Queens, Nueva York, hijos de inmigrantes ‘latinos’ y trotamundos, ya habían tomado parte en peleas de botargas en esa ciudad, en particular en Times Square. Verdaderas batallas campales atribuidas a cuestiones de control del dinero, pleitos de relaciones interpersonales, conflictos con los turistas, drogas, lo que ha llevado a las autoridades a tratar de regular el oficio de botarguero en Nueva York”.

Pero veamos qué sucedió una vez que Patricia y Francisco fueron retenidos, pues no deja de causar maravilla. Se trata de información no trascendida a los medios pero que los guardias de seguridad cuentan no sin asombro. Ocurrió que al pedir a las botargas despojarse del vestuario para su identificación, sobre todo la máscara de Sancho y la armadura de Don Quijote, estos se negaron a hacerlo.

_ Pero qué máscara decid, bellacos; exclamó Sancho.

_ Acercaos un paso a tocar mi investidura y seréis hombres muertos; gritó Don Quijote. A mí Sancho, acercadme el escudo y la prodigiosa lanza que ahora mismo ajusticiaré a estos villanos.

_ Que no los tengo yo, amo.

_ ¡Cómo que no, desobligado!, aquí morirás tú también, traidor.

_ ¡Ya paren a esos locos!, dijo el jefe de seguridad. Y enseguida le cayeron a golpes a Don Quijote y Sancho.

_ ¡Ay, cómo hacéis trampa!, pero por Dios y mi Dulcinea encantada, os juro que la pagaréis. Arreciaron los garrotazos al par. Y se oían los ayes de Sancho, que decía,

_ Aventuras y desventuras nunca comienzan por poco, ¡ay, ay, ay!

_ ¡Aguanta hijo, aguanta!, animó Don Quijote, que a menos que sea la muerte, para todo hay remedio. ¡Ay!, que de peores aventuras hemos salido con bien y triunfantes, acordaos de cuando… ¡ay, ay, ay!

Al fin fueron sometidos y se procedió a quitarles las máscaras. Para admiración de los guardias, por más que lucharon por arrancarlas, no pudieron. No pudieron con la panza y las barbas de Sancho. Arrancaron sí, la armadura al loco, pero querían despojarle también de ese rostro alargado de falso Quijote. Pero no lograban hacerlo. Antes, entre gritos, los personajes comenzaron a sangrar de sus cuellos, pues no había máscaras, eran carne propiamente. Más carne en el caso de Sancho que en el del Caballero, que era más pellejo y huesos que carne. No sin estupor, los guardias sacaron a los hombres en un auto y los regresaron a la ciudad.

Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo