Bien se disculpa el picar por el gusto de rascar

Refrán

El señor Ángel Verdugo, a quien no tengo el gusto de conocer, y mi amigo Carlos Alazraki entrevistaron a Felipe Calderón. No pudieron evitar hablar de la calumnia que a esta persona más molesta: la de que él es alcohólico.

Dijo Calderón a Alazraki y Verdugo:

√ “Me acusan de muchas cosas que me dan mucho coraje, por ejemplo, esto del supuesto alcoholismo (…) pues no lo soy, por supuesto que me gusta y disfruto estar con un buen vino con mis amigos”.

“Ha sido una infamia terrible que me han hecho a la mala”.

√ En la entrevista Calderón dijo que fui yo quien primero lo llamó alcohólico. Es cierto.

√ “Un día que nos echamos un entre muy fuerte, mediáticamente me acusó a la mala de que yo era un alcohólico, de ahí nació toda esta versión”.

Calderón mencionó que tiempo después admití públicamente que lo calumnié; él me reconoció el gesto, lo que agradezco, pero no es suficiente: después de los entres fuertes solo procede que disculpa con disculpa se pague.

√ Admití la calumnia, pero además me disculpé. Como el propio Calderón expresó en la entrevista con Verdugo y Alazraki lo hice porque en aquel entre mediático muy fuerte me sentí obligado a mentir sobre el alcoholismo de ese político; actué así porque él me había difamado.

La historia

La he contado muchas veces. En su campaña presidencial de 2006, entrevistado por Joaquín López-Dóriga en Radio Fórmula, Felipe Calderón, entonces candidato presidencial del PAN, soltó una terrible calumnia en mi contra: que yo lavaba dinero de Kamel Nacif para la campaña de Andrés Manuel López Obrador, quien era el abanderado de la izquierda.

Escuché lo que Calderón expresó y llamé a López-Dóriga, quien en ese tiempo todavía me dirigía la palabra. Exigí derecho de réplica y con profesionalismo me lo concedió. Le dije a Joaquín que Felipe mentía, lo que era perfectamente demostrable, pero en mi enojo combatí su falsedad con otra: añadí que Calderón no controlaba sus problemas con la bebida. A López-Dóriga le pareció “muy fuerte” que yo llamara alcohólico al candidato del PAN. Es curioso que no le pareció ni siquiera poquito más que suavecito que Calderón me acusara de lavar el dinero de un pederasta.

En fin, eso fue lo que pasó. Tiempo después me disculpé con Felipe Calderón. Hoy me disculpo de nuevo. Por cierto, él no ha tenido el valor que se necesita para disculparse por su mentira, que por supuesto me agravió.

Elementos para que Calderón tome sus huevos, si los tiene, y me ofrezca o me pida disculpas

Dice la Fundéu de la Real Academia Española:

√ “Tanto pedir disculpas como ofrecer disculpas equivalen a disculparse, esto es, ‘pedir indulgencia’…”.

√ “Pese a que tradicionalmente se venía censurando el uso de pedir disculpas como sinónimo de disculparse, ofrecer disculpas, presentar disculpas o pedir perdón, conviene señalar que el diccionario académico sí da por válida esta locución con el significado de ‘pedir indulgencia por lo que ha causado o puede causar daño’…”.

“El verbo disculpar no solo significa ‘dar razones que descarguen a alguien de una culpa’, sino también ‘perdonar las faltas de alguien’…”.

√ “Es este último sentido verbal de ‘perdonar’ el que hace que el sustantivo disculpa, en tanto que ‘acción de perdonar’, pueda equivaler a perdón y, a partir de ahí, pedir disculpas puede alternar con pedir perdón”.

Otras veces he dicho que si Felipe Calderón fuera un hombre honorable ya se habría disculpado conmigo. Inclusive he exigido sus disculpas, pero él no ha sido capaz de un gesto semejante. Yo me disculpé y me disculpo de nuevo con él sin que nadie me lo haya pedido; lo hago porque es lo correcto. ¿Es tan vanidoso Calderón que no se disculpará nunca?