México es una nación mayoritariamente católica. A pesar del incremento del número de fieles de otras confesiones cristianas, los mexicanos se identifican con la Iglesia romana y sus enseñanzas. Estas creencias religiosas son especialmente visibles en el marco de festividades como el día de la Virgen de Guadalupe, Navidades o Semana Santa.
No obstante el fervor católico que existe en la mayoría de los mexicanos, el Estado mexicano es laico. Así lo establecen la Constitución y las leyes. Sin embargo, el presidente AMLO- y sus antecesores- han tratado con desdén la letra constitucional. En este tenor, sugiero la lectura de las obras del Dr. Roberto Blancarte, investigador del Colegio de México, quien ha dedicado buena parte de su vida académica al estudio del desarrollo del Estado laico y sobre cómo ha sido violado sistemáticamente por los mandatarios.
AMLO, por su parte, ha cruzado umbrales inesperados. En días recientes, con motivo de la Navidad, el presidente mexicano exhortó a los mexicanos a seguir el mensaje de Jesucristo, el cual, según ha asegurado reiteradamente el propio jefe del Estado, guía su actuar para la protección de los más desfavorecidos.
Esta no ha sido -no obstante- la primera vez que AMLO pontifica como si Palacio Nacional se hubiese transfigurado en la Basílica de San Pedro, o como si el presidente reprodujese las funciones del sumo pontífice. Esto resulta escandaloso y violatorio del espíritu constitucional, mismo en un país que profesa la fe católica. Una vez más, el presidente AMLO se ha superado a sí mismo. Se ha autoerigido en pastor espiritual de los mexicanos, sin el menor miramiento al acotamiento de sus competencias constitucionales contenidas en el artículo 89 constitucional.
Los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, en un desafortunado arranque emocional, reviraron a AMLO citando frases del Nuevo Testamento, en una clara alusión a las exhortaciones pontificales de López Obrador. Calderón citó el evangelio de San Mateo y llamó “raza de víboras” a los que predican la caridad, pero a la vez, promueven el odio, en una clara alusión a los fariseos y a los doctores de la ley de su tiempo.
Si bien la reacción de los ex mandatarios trasluce una evidente voluntad de criticar el mensaje mesiánico, bien vale señalar que tanto Fox como Calderón son ciudadanos mexicanos que no fungen como jefes del Estado mexicano. Por tanto, sus referencias bíblicas no son violatorias de ningún marco legal.
Las declaraciones de AMLO, por el contrario, son claramente contrarias a la Carta Magna, y aun mas, al espíritu liberal que el propio presidente se jacta de abanderar. Mientras el presidente pontifica sin tapujos ni cortapisas, el macuspano alardea diariamente sobre sus convicciones juaristas y sus principios dizque alineados a la corriente liberal del siglo XIX.
En suma, AMLO lo ha hecho de nuevo. Ha violado la constitución y el Estado laico; en un intento de manipular la voluntad de los mexicanos; sabedor que la mayoría de los mexicanos se identifica con el catolicismo y que siguen el mensaje de Jesucristo. Alguien debería recordar al tabasqueño: a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Es cuanto.