En México los complejos nos vienen de siglos, más el clasismo qué el racismo, pero ambos son un lastre a nuestro desarrollo cómo una nación más digna y justa. Se miran a cientos de ilusos tuiteros qué se ponen del lado de un magnate acostumbrado a pasarse el imperio de la ley por el arco del triunfo (Ricardo Salinas Pliego), y que en su afán de crear, ya con la abierta ayuda de su hija y sobrino, una pretendida corriente política anarco capitalista, tipo Milei en Argentina, han contribuido a degradar la conversación pública en México, pero que no conseguirá estructurar esa pretendida corriente política, lo único si, reducir al papel de bufón al líder de uno de los grupos empresariales más importantes del país. Eso de hecho, creo que ya lo ha conseguido.

¿Y dónde salen a relucir los complejos, que rayan en la ingenuidad y estupidez del mexicano ‘wannabe’?, en el tristísimo espectáculo de tuiteros que, según ellos (pobrecitos) se creen platicar con el magnate, adulándolo y dándole la razón de cuánta pendejada publique y que son felices quizás hasta por semanas con una respuesta del empresario o un simple e insignificante ‘like’. Por el amor de Dios, que alguien les haga caer en la cuenta que ese tipo de gente, dado sus enormes ocupaciones, pagan a equipos completos de gente para manejar por ellos sus redes sociales (social media), los ‘comunity mannager’, y que realmente sus opiniones y sus existencias mismas les importan un carajo. Incluso, bajo la bandera/coartada de “crear fuentes de empleo” es con lo que se mueven para perpetrar toda clase de abusos a quien o a lo que sea (cómo por ejemplo, el no pagar sus obligaciones tributarias).

De hecho, entre más avances tecnológicos vengan, menos empleos formales y dignos ofrecerán, si ya en cualquier banco (por ejemplo) lo podemos ver: de hasta 15 cajas que tienen sólo están trabajando dos o tres cajeros, en detrimento grosero al servicio que reciben sus clientes (los usuarios), y ojo, que eso se verá recrudecido conforme la inteligencia artificial (IA) avance; no tendrán piedad en llevar a cabo dramáticos recortes de personal y mantener los menores trabajadores posibles con las más bajas condiciones de empleo que la ley permita, eso con todo y las importantes reformas en la materia instrumentadas en este sexenio.

El obsceno y cínico discurso de “los gobernicolas” en el remotísimo caso de triunfar, nos llevaría a una sociedad darwiniana, dónde el ciudadano sería aplastado en favor de no más de 20 familias rapaces y sin escrúpulos. Afortunadamente, la actual administración lopezobradorista ha colocado los cimientos de diques qué impidan semejante escenario, pues además, el neoliberalismo llevado a los terrenos que lo hicieron Fox, Calderón y Peña Nieto hacia allá conducían al país.

Que no se olvide nunca la referencia del filósofo alemán Friedrich Hegel respecto al Estado, que en sus palabras afirmó es “el cortejo de Dios en la tierra”.