La salud, junto con seguridad, educación y corrupción, son los cuatro pilares de la narrativa del presidente López Obrador, en sus conferencias les dedica un día específico a seguridad y salud, mientras que a educación y corrupción recurre casi todos los días.

Por desgracia, son precisamente estos cuatro temas los que tambalean su administración.

El desfalco en Segalmex orquestado por Ignacio Ovalle, fue peor que la Estafa Maestra del sexenio de Peña Nieto. Los indicadores en materia de inseguridad rebasan los de administraciones pasadas y los niveles de impunidad son alarmantes.

En educación nada mejora, todo lo contrario, y más si consideramos las modificaciones que se incluyeron en los libros de texto gratuitos que parecen de Cuba o Venezuela, países donde la educación se usa para adoctrinar, la reforma a los planes de estudio y el regreso del control político de la educación a la CNTE.

La fractura del sistema de salud

Pero, este gobierno que se dice humanista ha dejado a la población desamparada en materia de salud, como diría AMLO, a la suerte del “creador”.

Aunque el presidente trata de mantener su narrativa propagandística basada en la manipulación y la mentira, choca con la realidad. Ya no sirve que, tal como dicta el manual de Goebbels, cada martes repita y repita las mismas mentiras: “Nos heredaron un sistema de salud totalmente destruido”.

Otra mentira, que juega con las expectativas y necesidades de la población, es la promesa que sostiene desde su llegada a la presidencia de que el sistema de salud pública en México llegará a funcionar con normalidad, calidad y medicamentos gratuitos como sucede en Dinamarca, Canadá o el Reino Unido.

La realidad lo desmiente, ya pasaron más de tres años y lo que ha tenemos en un sector sin infraestructura, medicamentos ni capacidad suficiente, en perjuicio principalmente de la población más desprotegida, lo que acentúa la desigualdad social.

De mal en peor

Hay que decirlo, AMLO recibió un sistema de salud que funcionaba y brindaba una cobertura cada vez mayor a la población.

La Coneval reporta que la carencia de acceso a servicios de salud en 2018 era de 16.2%, el sector funcionaba más o menos satisfactoriamente, sin embargo, para 2020, la tasa de ciudadanos fuera de la seguridad social alcanzó el 28.2%, es decir, más del 12% salieron del esquema, poco más de 14 millones de personas.

El compromiso que AMLO asumió fue brindar atención médica, medicamentos gratuitos y un sistema de salud de primera, pero lo que tenemos es la destrucción del sector.

Hospitales sin medicamentos y niños con cáncer sin tratamientos. La cancelación del Seguro Popular dejó a millones de mexicanos sin cobertura. El INSABI fue un fracaso y lo sustituyó por el IMSS-Bienestar, un refrito de los programas fallidos de López Portillo, con el IMSS-Coplamar -que, por cierto, estuvo a cargo de Ignacio Ovalle, el mismo del fraude en Conasupo y ahora en Segalmex- y del IMSS-Solidaridad de Carlos Salinas.

Los datos que Coneval publica se corroboran con los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, Nueva Edición (ENOEN) dados a conocer por el INEGI, hay casi 35 millones de trabajadores mexicanos que no son derechohabientes ni se encuentran afiliados a algún servicio de salud público.

Pero no es todo, Birmex la empresa del gobierno federal designada para compras y distribución de medicamentos admitió en su informe Avance y Resultados 2021 que, por su complejidad y falta de recursos, no ha logrado establecer el programa de distribución.

Tan inoperante ha sido la política del gobierno federal para la compra y distribución de medicamentos que Rafael Gual, director general de Canifarma, refirió que este año el IMSS hizo una licitación para la distribución de sus medicamentos y Birmex fue descalificado por no reunir las condiciones para realizarlo.

El sistema de salud que AMLO recibió funcionaba, no había tanto abasto de medicinas, se aplicaban vacunas del cuadro básico, el sistema hospitalario, aunque deficiente, cubría la demanda y el Seguro Popular daba cobertura a una parte importante de la población.

Sus bases eran firmes y podían mejorarse, pero la 4T lo fracturó y las consecuencias tardarán años en revertirse.

¿Dónde quedó el supuesto humanismo de la 4T? Los niños con cáncer, quizá el sector más vulnerable, a la fecha continúan sin tratamientos y el desabasto de medicamentos persisten.

Es tiempo de resultados, no de justificaciones ni de promesas vanas.