Quizás sea el muro del qué más se ha hablado, luego de la gran muralla china y el muro de Berlín, pero con la paradoja de que no se construyó nunca (los tramos construidos los ha hecho posibles Greg Abbott, actual gobernador de Texas), pero en base a la retórica de su autor, Donald Trump, cumplió con el objetivo de bajar de forma dramática las cifras de americanos qué, con peligros de todo tipo, qué a veces terminan en auténticos infiernos de Dante, intentan cruzar la frontera hacia un (cada día menos certero, por cierto) ‘sueño americano’.

Si hemos sido testigos de un significativo aumento en los flujos migratorios es, en buena parte, por el afán de la campaña demócrata a la presidencia de Joe Biden, de contrastar la actitud de la administración Trump respecto al tema, creando en el público de otros países una falsa expectativa de que con el cambio de gobierno, casi casi los Estados Unidos tendrían una política de puertas abiertas a la migración. Obviamente nada ha sido más falso, la hipocresía de los demócratas ha provocado auténticas desgracias, como la del camión frigorífico encontrado en Texas, donde murieron asfixiados varias docenas de migrantes, niños y mujeres incluidos.

Obvio es que es un fenómeno multifactorial, y que las crisis económicas post pandemia sumaron al alza de dichos flujos de personas, pero juzgo como principal causa lo dicho antes, las falsas esperanzas que Biden, en su afán de ganar la presidencia, hizo percibir al resto del mundo. Las escenas, más propias de los tiempos de la quema de herejes por la santa inquisición, de seres humanos ardiendo vivos sin ser asistidos por sus semejantes mexicanos ahí, indolente y criminalmente presentes, son solo un botón de muestra de todo lo anterior expresado. Ahora, lo que hará que los aspirantes a migrar se lo piensen dos o más veces, tristemente no será una retórica política qué impacte psicólogicamente, sino hechos tan trágicos qué deberían avergonzarnos y cuestionar nuestros avances como civilización.