El anticomunista recalcitrante Eric Arthur Blair, alias George Orwell, no fue uno de los mejores escritores del siglo pasado y como autor de ciencia ficción era pésimo, de acuerdo al análisis de la mismísima leyenda de ciencia ficción Isaac Asimov, pero fue el creador de algunos conceptos que siguen perdurando -con algo de ayuda “oficial” de la CIA hasta nuestros días.

En plena y “orwelliana” era de la desinformación conocida como los “fake news”, en donde actores estatales y particulares inundan redes sociales y sitios de internet de “bots” que repiten mensajes falsos de forma coordinada y de “trolls” que atacan por consigna a personas con ideas consideradas “incómodas”, que unos burócratas que nadie elige en Washington intenten imponer su versión de la “verdad” a sus empresas tecnológicas y al resto del mundo que utiliza sus sistemas, con la excepción de China y algunos otros países.

La “encargada” de esta aberración será una tal Nina Jankowicz, quién entre su “experiencia” cuenta con haber negado obviedades como la veracidad de la laptop de Hunter Biden y haber grabado un demencial video denunciando las fake news al ritmo de la canción de Mary Poppins de Disney.

Con este tipo de decisiones demenciales, con guerra, peste y hambrunas en el horizonte, uno no puede más que comenzar a ver ciertas vibras del final de un imperio colapsando frente a nosotros. Pero a diferencia, por ejemplo, del colapso definitivo del imperio bizantino, en donde el último emperador Constantino XI Paleólogo se arrancó las insignias imperiales y murió combatiendo junto a sus hombres, el imperio norteamericano parece que terminará como un circo, con gobernantes dementes, oligarcas enriquecidos y personajes menores e histriónicos a cargo de puestos para los cuales no están capacitados.