Como sabemos, las elecciones intermedias están a la vuelta de la esquina. El clima de ese momento, lo podemos observar, se juega desde hace muchos meses con gran intensidad. Salvo lo que piensen algunos, este ejercicio democrático, como pasó hace más de tres años, será el parteaguas para definir al posible sucesor de Claudia Sheinbaum. A la par de ello, y por lo que significa la Ciudad de México, veremos quién de los personajes logra posicionarse en una vitrina que muchos atesoran, pero que pocos han acariciado por el nivel de competencias que se necesita. La CDMX, quizá, es la antesala para llegar fortalecido a un carrera por la silla presidencial. Quienes han vivido esa coyuntura saben que, adentrándose en ese universo, se pone principal acentuó en esa situación.

Le pasó al propio Andrés Manuel López Obrador, y a la ahora presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Ambos, de hecho, ganaron la Ciudad de México con un apoyo abrumador que, a su vez, les permitió llegar con grandes posibilidades. Lo de AMLO, por la circunstancias en que se perpetró el fraude electoral del 2006, es un tema que se cuece aparte. No podemos comparar lo que vivió Sheinbaum, pues ella, en otras condiciones más propicias, arrasó a lo largo de todo el país, inclusive rompiendo el récord de votación a favor de un aspirante. La humillante derrota que le propició a Xóchitl Gálvez, a nuestro juicio, no solamente le dio una legitimidad muy amplia, sino la catapultó a otras latitudes.

Todo eso también ha logrado, a su vez, que Morena fortalezca sus estructuras internas. Aunque Claudia esté separada institucionalmente de las decisiones del partido guinda, su presencia tiene un peso significativo para influir. Eso es, a todas luces, el liderazgo moral que el mismo AMLO tomó durante su sexenio. Él, recordemos, manejó los tiempos de la sucesión y, de paso proyectó a las corcholatas a una cancha donde las reglas no establecidas, sin duda, obligaron a los participantes a diseñar una estrategia para acaparar la atención de la ciudadanía. Giras, informes, encuentros y ponencias, fueron algunos de los marcos que se echaron andar para colgarse en los reflectores.

Eso fue uno de los principales motivos para que muchos actores, a su vez, fueran permeando en ese telón de fondo como la Ciudad de México. Considerando la vitrina y la magnitud del padrón electoral, se ha vuelto una tribuna muy atractiva. Por eso hay algunos que, de plano, ya están haciendo campaña para ir posicionando su imagen. Eso, a todas luces, lo vemos en Alessandra Rojo de la Vega. Ella, sin temor a equivocarme, será una de las cartas que juegue la oposición. De hecho, no hay nada que pueda preocupar al dominante paso que tiene Morena, más allá de que las elecciones se ganan con votos. A lo que me refiero es que ella, como tal, es la personificación de Xóchitl Gálvez. Las formas, los gestos y hasta las ocurrencias, son el común denominador principal. Ese es el nivel que tiene la derecha. No podemos esperar más ante esos personajes que hoy se encuentran en activo. La alcaldesa de Cuauhtémoc es una de ellas.

Por eso Morena, una vez más, es inmensamente favorito para ganar la Ciudad de México y la mayoría de las alcaldías en 2030. La pregunta es ¿quién llegará con mayor nivel para competir? Veo muchos que pueden ofrecer una campaña exitosa y ganadora. En esa lógica, por supuesto, suenan nombres como Martí Batres y el mismo Mario Delgado, secretario de educación. El primero, recordemos, ya gobernó la ciudad en sustitución de Claudia Sheinbaum. Eso lo imposibilita. Otro que posiblemente entre en los planes del partido guinda sería, tal vez, Omar García Harfuch. Honestamente, le veo más chances al expresidente nacional de Morena. Delgado, en efecto, tiene un trabajo político desde hace años en la capital del país. A Clara Brugada, por ejemplo, le operó la movilización de muchos sectores de la población a eventos públicos. Él, tras bambalinas, participó en el activismo en muchas delegaciones donde asumió tareas de planeación y logística como líder nacional y coordinador de la campaña de Sheinbaum.

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La relevante tarea que está realizando en la Secretaría de Educación, y ese cambio al paradigma con los planes y programas de estudio, lo mete de lleno a esa competitividad. Eso, para tal efecto, lo puede hacer merecedor de participar en la encuesta y, por ende, ser uno de los grandes favoritos. Tiene, a la par de ello, toda la confianza de Claudia para tomar las riendas de la Ciudad de México. Creemos, sin temor a equivocarnos, que el destino político de Mario Delgado está en la gran metrópoli. Después de todo, gran parte de su carrera la ha realizado allí. Eso, por alguna razón, lo puede motivar para ir en busca de la jefatura de gobierno, el enclave político más importante del país.

Eso lo veremos muy pronto. Lo que es una realidad, está claro, es que Mario Delgado está aprovechando al máximo la tribuna que encabeza para afianzarse en la carrera por la CDMX en 2030. Dicen los que saben que ese desafío, desde hace años, está en la mente del titular de la SEP.