El diario francés Le Monde publicó hace un par de días la primera parte de un reportaje conducido por Bertrand Monnet.  El breve documental se centra en la producción, distribución y venta del fentanilo (conocido también como la pastilla M30) por parte del cártel del Sinaloa.

Son bien conocidos la droga del fentanilo y sus devastadores efectos sobre los adictos. En años recientes se ha convertido en el principal objeto de consumo ilegal de los estadounidenses.

A partir de su irrupción, ha devenido en una gravísima crisis sanitaria que ha puesto contra las cuerdas al gobierno de Estados Unidos, ha corrompido agentes y ha profundizado la discordia entre Washington y la Ciudad de México ante la aparente ausencia de acciones positivas por parte del gobierno mexicano.

La crisis del fentanilo no ha estado tampoco exenta de convertirse en discurso de campaña de Donald Trump ante la impericia de los demócratas, y aún más, responsabilizando a los mexicanos en solitario, como si los estadounidenses estuviesen libres de culpa.

El documental no tiene desperdicio. En el reportaje Bertrand entrevista a una serie de narcotraficantes encapuchados mientras fabrican la peligrosa droga.

Según narran los criminales, los insumos para la fabricación del fentanilo provienen de China. Luego, en los laboratorios del cártel de Sinaloa, los fabricantes mezclan las sustancias con otros productos sintéticos para crear una de las drogas más letales y adictivas conocidas en el mercado ilegal.

Otro punto destacable del reportaje son las cuantiosas ganancias obtenidas por los miembros del cártel. En palabras de los propios entrevistados, gracias al precio de venta de 17 mil dólares por kilo de fentanilo, un “trabajador” regular del cártel, mediante sus actividades de distribución, tiene una renta mensual entre 500 mil y 1 millón de dólares.

También se hace alusión a la consabida connivencia de las autoridades. Mediante acciones de soborno, corrupción y amedrentamiento, el cártel de Sinaloa opera libremente sin las menores limitaciones por parte de los gobiernos. Con la frase de “no todo es ganancia” el criminal explica cómo destinan un porcentaje de las rentas por un kilo de fentanilo a la corrupción de policías, políticos y funcionarios.

Hacia el final del reportaje se da a conocer que el cártel de Sinaloa ha iniciado operaciones de exportación del fentanilo hacia la Unión Europea. No contentos con el gigantesco mercado estadounidense, han introducido la droga a Francia a través del puerto de Marsella.

En suma, el reportaje de Bertrand Monnet merece ser visto y difundido. Expone espléndidamente el auge del negocio del fentanilo, cómo los sucesivos gobiernos mexicanos han fracaso estrepitosamente, y cómo esta droga continúa cercenando vidas ante la inacción de las autoridades