Hace unos días leí un artículo muy interesante en el sitio de internet theconversation.com (7 de agosto de 2023). Bruce Schneier, profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard escribió un ensayo con temas y preguntas para reimaginar la democracia del siglo XXI.

Capturó mi atención desde el primer párrafo: “Imagina que todos, todos nosotros, toda la sociedad, aterrizamos en algún planeta alienígena y tenemos que formar un gobierno: borrón y cuenta nueva. No tenemos ningún sistema heredado de EU ni de ningún otro país. No tenemos ningún interés especial o único que perturbe nuestro pensamiento. ¿Cómo nos gobernaríamos a nosotros mismos?”

Schneier argumenta, con razón, que sería poco probable que usemos los sistemas que tenemos hoy: “La democracia representativa moderna era la mejor forma de gobierno que la tecnología de mediados del siglo XVIII podía concebir. El siglo XXI es un lugar diferente científica, técnica y socialmente”.

Muchos de los temas del artículo podrían sacudir nuestras ideas preconcebidas sobre la democracia:

  • Las democracias de mediados del siglo XVIII se diseñaron bajo el supuesto de que tanto los viajes como las comunicaciones eran difíciles. ¿Tiene sentido hoy elegir a uno de nosotros para ir a una gran sala lejana y redactar leyes en nuestro nombre?
  • Los distritos están organizados en torno a la geografía, porque esa es la única manera que tenía sentido hace más de 200 años. ¿Podemos organizar hoy la representación por edades: un representante para los de 31 años, otro para los de 32, etc?
  • Elegimos personas por períodos que van de tres a seis años. ¿10 años es mejor? ¿10 días? Schneier dice que la idea misma de un gobierno representativo es un truco para sortear las limitaciones tecnológicas del pasado. Votar a escala es más fácil ahora que hace 200 años.

¿Qué hizo el profesor de Harvard para iniciar la reflexión? En diciembre de 2022, organizó un taller para discutir ideas. Reunió a 50 personas de todo el mundo: politólogos, economistas, profesores de derecho, expertos en inteligencia artificial, activistas, funcionarios gubernamentales, historiadores, escritores de ciencia ficción.

Hablaron sobre desinformación, propaganda y la incapacidad de participar en discusiones políticas racionales cuando las personas no pueden ponerse de acuerdo sobre los hechos. Se hicieron preguntas difíciles: ¿Tenemos un sistema político cuyos objetivos principales son económicos o sociales? ¿Está el capitalismo entrelazado con la democracia? ¿Qué pasará con la economía de mercado en la era de la información? ¿Cuáles son los efectos de la tecnología, especialmente la inteligencia artificial (IA)? ¿Podrá la IA diseñar mejores políticas públicas? ¿Podríamos tener un dispositivo de IA que votara en nuestro nombre, miles de veces al día, en función de las preferencias que infiere de nuestras acciones?

Otro tema es el tamaño del gobierno. Vivimos en un mundo en el que los viajes y las comunicaciones son más fáciles. Los problemas que tenemos hoy son principalmente locales. ¿Cómo debe ser la relación entre lo local y lo global? ¿Se pueden seleccionar los funcionarios por sorteo, al azar, para deliberar sobre un tema en particular? ¿Podríamos adoptar la democracia líquida y acabar con las elecciones por completo? ¿Quién puede participar? ¿Deberían los niños, las generaciones futuras, tener una “voz”? ¿Cuáles son los límites de la democracia? ¿Cuáles son nuestros derechos como individuos? ¿Cuáles son los derechos de la sociedad que reemplazan a los de los individuos?

Tenemos mucho que reflexionar. Pero también tenemos que situarnos en nuestra realidad, en el ambiente político-electoral que vivimos hoy en México. Lo que nos debería importar, como ciudadanos, es reducir el riesgo de fracaso del siguiente gobierno. Por eso debemos pensar en un concepto antiguo, pero útil: la gobernanza.

La gobernanza se refiere al conjunto de mecanismos, procesos y relaciones que determinan cómo se toman las decisiones, cómo se ejerce la autoridad y cómo se gestionan los recursos en una sociedad o una organización. Las características esenciales de la gobernanza son la transparencia, la rendición de cuentas, la participación y la eficacia.

Si bien la gobernanza comparte elementos con el gobierno y las políticas públicas, existen diferencias fundamentales entre estos conceptos:

  • El gobierno se refiere a las estructuras y procesos formales a través de los cuales se ejerce la autoridad y se toman decisiones en una sociedad. Implica la creación y aplicación de leyes, así como la administración de recursos públicos. En contraste, la gobernanza va más allá de las instituciones gubernamentales e incluye la colaboración de diversos actores en la toma de decisiones y la gestión de asuntos públicos.
  • Las políticas públicas se relacionan directamente con la toma de decisiones en la esfera pública. Se refieren a las acciones y medidas adoptadas por el gobierno o las autoridades para solucionar problemas o aprovechar oportunidades en la sociedad. La gobernanza afecta la formulación y aplicación de políticas públicas al influir en la interacción de múltiples actores y en la creación de un entorno propicio para la implementación exitosa de esas políticas.

Cuando pensamos en la buena gobernanza, debemos considerar los siguientes elementos:

  • Estado de derecho: el marco de gobernanza debe basarse en leyes claras y justas que se apliquen por igual a todos los miembros de la sociedad, incluidos aquellos en posiciones de poder.
  • Transparencia: la información sobre las acciones, decisiones y políticas del gobierno debe estar fácilmente disponible y accesible para el público. Esto ayuda a prevenir la corrupción y garantiza la rendición de cuentas.
  • Responsabilidad: aquéllos en posiciones de autoridad y poder deben ser responsables de sus acciones y decisiones. Deben establecerse mecanismos para responsabilizarlos si no cumplen con sus deberes o se comportan de manera indebida.
  • Participación: los ciudadanos deben tener la oportunidad de participar en el proceso de toma de decisiones, ya sea directamente o a través de representantes electos. Esto promueve la inclusión y asegura que las políticas reflejen las necesidades y preocupaciones de la población.
  • Capacidad de respuesta: las instituciones y funcionarios gubernamentales deben responder a las necesidades y prioridades del público. Las políticas y los servicios deben diseñarse para abordar estas necesidades de manera efectiva.
  • Inclusión: la gobernanza debe garantizar que todos los segmentos de la sociedad tengan las mismas oportunidades para participar en los procesos de toma de decisiones y beneficiarse de los servicios públicos.
  • Orientación al consenso: las decisiones deben tomarse a través de un proceso consultivo que involucre a diferentes partes interesadas, con el objetivo de encontrar un terreno común y generar consenso.
  • Eficacia y eficiencia: las instituciones y los procesos deben estructurarse y operarse de manera que les permita lograr los resultados deseados con el menor desperdicio de recursos.
  • Visión estratégica: una perspectiva a largo plazo y objetivos claros deben guiar la toma de decisiones, asegurando que las acciones se alineen con una visión más amplia para el futuro.
  • Equidad y justicia: la gobernanza debe defender los principios de equidad y justicia, tratando a todas las personas y grupos con dignidad y respeto.
  • Comportamiento ético: quienes están en el poder deben adherirse a altos estándares éticos, evitando conflictos de intereses, corrupción y abuso de autoridad.
  • Sostenibilidad: Las políticas y decisiones deben considerar el impacto a largo plazo en los aspectos sociales, económicos y ambientales, apuntando al desarrollo sostenible.
  • Poder judicial independiente: Un poder judicial fuerte e independiente es esencial para defender el estado de derecho y garantizar que los procesos legales sean justos y equitativos.
  • Comunicación efectiva: la comunicación clara entre el gobierno y el público fomenta la comprensión, la confianza y la toma de decisiones informada.
  • Creación de capacidad: las instituciones gubernamentales deben tener la capacidad, las habilidades y los recursos necesarios para llevar a cabo sus responsabilidades de manera efectiva.
  • Descentralización: empoderar a los gobiernos locales y las comunidades para que tomen decisiones relevantes en sus áreas fomenta una mejor representación y capacidad de respuesta.

Estos elementos contribuyen a crear un entorno que conduce al crecimiento económico, el desarrollo social y el bienestar de los ciudadanos. Pero tenemos que pensar, definir y redefinir lo que es el “buen gobierno” y desarrollar indicadores para medir el desempeño. Es necesaria una nueva “tecnología de gobierno” para guiar la acción y crear una mejora real.

Urge fortalecer la capacidad de los formuladores de políticas para resolver problemas complejos. Nuestro pensamiento sobre la democracia requiere un replanteamiento. La buena gobernanza no sustituye al gobierno ni a las políticas públicas; pero sí les ayuda.