La muestra más clara de que las cosas no andan bien para la oposición es, sin duda, las imágenes de las inmensas multitudes que se concentraron para ver de cerca a la presidenta constitucional de México durante el paso de su visita al estado de Guanajuato. Pese al fenómeno social que llegó a ser el mismo López Obrador, no había visto algo similar. Ni siquiera en esos tiempos donde AMLO, que llegó a personificar a un rockstar, alcanzó ese tipo de multitudes que abarrotaban un espacio público. Lo de Sheinbaum, de verdad, es para sobresalir, máxime cuando la oposición, dicen ellos, retendrán Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro. Precisamente ayer, dijimos que lo dudamos porque, en términos de aprobación de la jefa de Estado, existe un margen abismal que, como tal, son indicios que nos ayudan a esclarecer para el proceso electoral del 2027.

Si nos basamos en la percepción que tienen los estados, de mayor a menor aprobación, podemos darnos una idea de la magnitud de respaldo que tiene Claudia entre sus manos. De hecho, estamos hablando, de acuerdo con las 32 entidades federativas, de una proporción mínima. En Guerrero, por ejemplo, la altísima aprobación de la gobernadora en trabajo, y el buen desempeño del gobierno estatal, son aspectos o rasgos que suman a favor. Ese punto en específico, tan solo en el mes de julio, fue el enclave qué más aprobó el trabajo de Sheinbaum. El muestreo, que es el mejor termómetro para medir la labor, rebasó el 80% en esa demarcación enclavada en el pacífico.

Ese mismo compromiso de la sociedad, que es dibujado en las encuestas de opinión pública, se ve reflejado en el estado de Chiapas. El gobernador de esa entidad, de los más votados hace más de un año, por cierto, está marcando un precedente sustancial en coordinación con la presidenta constitucional para materializar obra e infraestructura. Precisamente allí, como nunca antes, se avanza a pasos agigantados. Eso ha hecho, como pasa en Guerrero, que la ciudadanía se vuelque a refrendar el cariño a Claudia Sheinbaum en el sur del territorio nacional. Todos estamos convencidos, menos la oposición, que estos elementos, sumado a la honestidad y la rendición de cuentas claras, son componentes que ponen muy en alto al quehacer de los representantes del pueblo, cuya encomienda ha sabido conducirse con apego al mandato popular.

Se darán cuenta de que eso, sumado a la honestidad de un gobierno como el que encabeza Claudia Sheinbaum, son pormenores que, al final de cuentas, se van acumulando para ir adelantando que Morena, de pies a cabeza, dominará las elecciones intermedias en calidad de favorito. Basta ver lo pequeña que es la oposición, y lo mermada que está su credibilidad. Y, por si eso fuese poco, su falta de liderazgos, lo mismo que su fallida estrategia de guerra sucia, no les ayudará en mucho. El conservadurismo está contra las cuerdas. Es difícil aceptar la realidad, sobre todo ahora en que se avecina un ejercicio democrático que se introduce en la mente de quienes saldrán a definir el futuro de 17 gubernaturas. Claramente, existe, según las proyecciones de confianza, un margen abismal entre un proyecto y otro. Por supuesto que eso, como tal, no sucede con el mismo efecto en otros enclaves. Aunque, déjenme decirles, es poca la diferencia. En Aguascalientes, Querétaro y Chihuahua, Sheinbaum supera el 70% de respaldo.

Todo eso habla de que la oposición, que ha caído bajo, se da cuenta de lo que se le viene encima. Perdería en su propia casa. Es, pongámoslo así, como cuando un equipo visitante hace una invasión de aficionados en su propio estadio en medio de un encuentro de fútbol. Lo que hace eso, además de opacar al equipo local, es sucumbir su capacidad de maniobra para movilizar ese respaldo que se vuelve fundamental. De un tiempo para acá, en efecto, eso lo vimos en las giras y visitas que tiene la jefa de Estado. Lo que pasó en Guanajuato, que prende las alarmas en la oposición, es el telón de fondo del cariño inmenso que, con trabajo y compromiso, se ha sabido ganar a pulso Sheinbaum. Ella, una vez más, nos ha dado una muestra de sencillez y humildad. Al detenernos un poco en imágenes como esa, donde la muchedumbre se desborda, nos hacen suponer que los votantes, en esa proporción, saldrán a tomar la decisión más importante para aplastar al conservadurismo en enclaves como Querétaro, Aguascalientes y Chihuahua.

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La llegada de Claudia Sheinbaum, en vísperas de que cumpla un año, fortalece más el preludio de algo similar a lo que sucedió en las elecciones presidenciales del 2024. Y la derecha, envuelta en escándalos de corrupción, sigue dando de qué hablar, pero de manera negativa. Hay muchos rasgos más que, como ese, terminará por enterrar cualquier aspiración de retener sus principales epicentros que, así parece, domina ya la izquierda. Entre los planes del PRIAN, por supuesto, no está presupuestado la derrota en lo que ellos llaman sus bastiones. La mala noticia para ellos, ante las circunstancias, es que tendrán que aguantar y tragarse su orgullo cuando sepan que han perdido todo. El precio que pagarán por haber traicionado al pueblo de México, sin duda, les cobrará factura en las urnas.

Los propios meses previos, que contamos por la intensidad en que se vive, nos van marcando la pauta de lo que atestiguamos una vez que llegue a su fecha la elección intermedia. Es simple: Morena, con el apoyo irrestricto de los aliados, doblegará a la oposición en las 17 gubernaturas. Así lo mostró una muchedumbre que paralizó por completo esa percepción que vimos en Guanajuato con el recibimiento a la figura presidencial de Claudia Sheinbaum.