La situación para la derecha es cada vez más compleja. La estrategia de irrupción de Xóchitl Gálvez se desinfla y, en medio de ese proceso, las entidades federativas que estarán en juego expanden el efecto dominante de Morena. Está claro: el partido guinda ganará la presidencia de la República, la mayoría de escaños en ambas cámaras legislativas y, en una de esas, conquistará las nueve gubernaturas que se disputarán. Algo similar a la inercia que provocó el tsunami de López Obrador en 2018. De hecho, la oposición sabe que, en la medida que pasa el tiempo, el lopezobradorismo gana más presencia en puntos claves donde antes no figuraba la izquierda.
Morena ganará Ciudad de México, Tabasco, Puebla, Morelos, Veracruz y Chiapas. Y se puede incluir a la lista Guanajuato, Yucatán y Jalisco, donde el partido guinda no solo ha ganado presencia y simpatía, sino que puede competir al tú por tú con cualquiera en las boletas. Incluso, el margen de intención del voto se acota; hay datos que muestran que, en este momento, hay un empate técnico en las tres entidades que mencionamos. O sea, se están dando las condiciones políticas para expandir el proyecto de la llamada Cuarta Transformación.
En Yucatán, por ejemplo, hay un empate del 42% entre la futura coalición que construirá Morena, y la de la oposición con sus aliados, PAN, PRD y PRI. Es el mismo caso de Guanajuato que, en la medida que las semanas corren, hay muestras muy interesantes que abren la posibilidad de un ejercicio reñido. De hecho, Morena se acercó tanto al PAN que, en este preciso momento, el margen que los separa es de tres puntos, de acuerdo con la evaluación que distintas casas encuestadoras vienen realizando. Considerando que Guanajuato es un bastión de Acción Nacional, la contienda se torna sumamente interesante, lo que, por añadidura, concentra mucho la atención en esa entidad.
Y Jalisco, que actualmente gobierna Movimiento Ciudadano, vive algo similar a Yucatán y Guanajuato. Un estudio que se divulgó recientemente, habla de que el panorama es óptimo para Morena, pues el lopezobradorismo ha aumentado la intención de voto y, para la elección del 2024, no hay duda que viviremos un proceso álgido y, justo en vísperas del día de la elección, la moneda estará en aire para quien demuestre más capital político.
Esos datos que se han difundido muestran que, hoy por hoy, Morena tiene un panorama claro para ganar las nueve gubernaturas. Es un momento crucial, primero, porque el lopezobradorismo ha mostrado unidad y cohesión en el proceso sucesorio presidencial. Y el otro factor, por supuesto, es el detrimento que vive la derecha en todo el país. De hecho, esos dos factores combinados, abren la puerta para que el partido guinda, se lleve el carro completo y, bajo ese efecto, la mayoría en ambas cámaras legislativas ante un evidente tsunami morenista.
En muchas entidades la elección interna ha estado esbozando algunos nombres que se asoman. Sin embargo, hay dos estados que, desde hace mucho tiempo, tienen muy claro el camino que ha decidido tomar la población civil. Se trata de Puebla y Chiapas. De hecho, tanto en una entidad como la otra, es posible ir anticipando, de acuerdo al pulso de la sociedad y a los estudios previos, que dos senadores de la República encabezan la cima de las preferencias. Hablo de Alejandro Armenta, en Puebla; y, para Chiapas, no hay duda que Eduardo Ramírez, actual Presidente de la Junta de Coordinación Política, será el abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia.