El Fondo del Meollo

Catorce partidos sin perder, de los cuales 13 han sido victorias. 44 goles anotados en esa racha y solamente recibidos 11 goles, han masacrado, humillado y superado en todo a los rivales y aun así, hay dudas de que América sea campeón de futbol mexicano.

Un campeonato que premia el momento y no la continuidad, que no le importa tener a 12 equipos en una fase final aunque la gran mayoría no merezca ser campeón, solamente habla de que en la LigaMX les vale maldita la cosa la competitividad.

En cualquier liga de primer mundo, el América debería tener ya su trofeo en las vitrinas, no hubo nadie mejor en el torneo, pero claro, en un partido donde el rival salga inspirado le pueden quitar el anhelado título. Pero esto es así, por eso la obligación de ser campeones, todo lo demás sería un fracaso, un campeonato anecdótico, nada más.

Anecdótico como fue la temporada 1994-95 con Leo Beenhakker al frente del banquillo y que no ganaron nada pese a vapulear y masacrar a sus rivales como lo hacen ahora. El Holandés fue despedido porque desafió a la directiva encabezada por Emilio Diez Barroso por, según crónicas de la época, alinear a Joaquín del Olmo cuando esté no había renegociado su contrato y le habían dado la orden que no jugara hasta que se arreglara el tema del futuro cercano. Una reverenda estupidez de la directiva porque Leo dejó al equipo con 31 partidos dirigidos con 18 ganados, 9 empatados y 4 derrotas, y claro, eran de los torneos de a de verás, de los largos. 74 goles a favor y no ganaron nada, absolutamente nada.

Así que para que la historia no sitúe a Fernando Ortíz en el nuevo Beenhakker, es indispensable levantar el 30 de octubre la copa, el título de liga. Una eliminación en semifinales, e incluso en la final, sería un reverendo y rotundo fracaso.