Quienes estábamos interesados en conocer la noticia de los acuerdos que se alcanzarían con el vecino país, desde luego, tenemos la obligación de reconocer la capacidad política que tiene nuestra presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Ella, como en su momento lo fue López Obrador, ha dejado claro que está a la altura de las circunstancias, especialmente cuando el vendaval azota fuerte. La clave de todo, además de mantener la esperanza viva, fue no renunciar a los canales que, desde hace semanas, estableció un equipo negociador de la Secretaría de Economía con funcionarios del Departamento de Comercio de EU. Hasta donde sabemos, de hecho, ese círculo tuvo poco margen de maniobra porque, en algunas ocasiones, hubo cerrazón de parte del gobierno estadounidense. De eso dieron cuenta algunos perfiles que detallaron rasgos de la negociación.
Aunque la oposición dijo que México sería incapaz de alcanzar un acuerdo, por señalamientos que ellos mismos fabricaron, no hubo necesidad de rasgarse las vestiduras: Claudia Sheinbaum apostó al diálogo y le funcionó. Eso, a tirios y troyanos, marcó la pauta para generar nuevamente las condiciones. Después de haber terminado ese lapso de negociaciones, recordemos, el propio titular de la Secretaría de Economía, a través de un comunicado, dijo que todos los recursos se habían agotado en temas de comunicación. Se concluyó, valga la redundancia, todas las vías que existían en ese momento. Precisamente ayer, en este espacio de opinión, dijimos que, pase lo que pase, nos tendríamos que sentir orgullosos de que el gobierno mexicano haya sacado la casta ante la amenaza latente.
Y como el gran interés de nuestra presidenta era alcanzar un acuerdo de colaboración, supimos el miércoles por la noche que Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente, por la relevancia de sus encomiendas, estaban citados al filo de las 8 de la mañana de ayer jueves en Palacio Nacional. Con ello, rápidamente, se generó un clima de esperanza porque se trataba de una luz al final del túnel para encontrar una salida favorable al tema de los aranceles. Ahora sabemos que eso, por supuesto, fue la punta de lanza que originó lo que la misma Claudia detalló en la mañanera. Postergar 90 días, en definitiva, fue un logro significativo e inteligente para nuestro país. De entrada, la colaboración y cooperación mutua continuará. De la misma forma, está claro, prevalecerá la mesa de trabajo para encontrar, así lo mencionó Sheinbaum, un acuerdo a largo plazo.
Eso fue posible por la oportuna intervención que tuvo la presidenta Claudia Sheinbaum. Por esa sencilla razón, desde cualquier ángulo, fue un acuerdo histórico al hacer posible lo imposible. Podemos afirmar, con datos precisos, que todas las tarifas serán externas; es decir, hacia afuera. A comparación de otras naciones, por ejemplo, con México la tarifa arancelaria será mínima. Esto se dará en rubros de acero y aluminio, así como autos y autopartes, pero fuera del T-MEC. Nada comparable a lo que sí pagarán países como Brasil, China y Corea. Todo eso, gracias a la llamada telefónica con Donald Trump, cambió sustancialmente pese a las percepciones que se habían realizado a priori. Por eso y por muchas cosas, ante una avalancha de comentarios que desembocaron desde muchos espacios de opinión, fueron elogios para la jefa de Estado. Ella, de plano, supo calcular los tiempos y medir el terreno para hallar soluciones que, a la postre, beneficien la economía y desarrollo de nuestra nación.
Esa elocuente narrativa de Claudia Sheinbaum, sumado a las cualidades negociadoras, abrieron la puerta para encontrar, sin duda, uno de los acuerdos más históricos de la época contemporánea. Otra de las grandes diferencias, para sentar este precedente, fue el primer círculo que armó la presidenta para tomar en sus manos las conversaciones. Hablamos del secretario de economía, y del canciller, Juan Ramón de la Fuente. Ellos, en conjunto, son las piezas fundamentales para que nuestro país tenga estabilidad y gobernabilidad, pero sobre todo un porvenir próspero que reconocemos masivamente en las encuestas de opinión que circulan mes con mes. Dicho de otro modo, Sheinbaum, a plenitud, está cumpliendo el mandato popular que le delegó el pueblo hace más de un año en las urnas.
Y como Claudia ha utilizado al máximo su capacidad y la legitimidad que le da el pueblo, la presidenta, aunque le duela a la oposición, es un fenómeno social. Todos los pesos fuertes del movimiento, en efecto, reconocieron su eficiencia. El líder de la fracción parlamentaria del PT en San Lázaro, fiel a su estilo, felicitó a la jefa de Estado. Eso mismo hicieron referentes de Morena y del PVEM. De eso nos dimos cuenta todos, especialmente los que seguimos muy de cerca la labor legislativa en la cámara baja, pues el Partido del Trabajo, recordemos, es fiel compañero de la causa desde la lucha democrática que abanderó López Obrador.