2023 va a ser difícil para el mundo, así lo contemplan los organismos e instituciones financieras internacionales, públicas y privadas. El Banco Mundial, en su comunicado del 10 de enero de 2023, prevé una desaceleración abrupta del ritmo de crecimiento económico del mundo durante el presente año, situándolo en 1.7%; por abajo del pronóstico de 3% que tenía hace 6 meses.

Durante el último semestre de 2022 se dio una ralentización de las economías del planeta, originada, entre otras causas, “por la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones y las perturbaciones causadas por la invasión de Rusia a Ucrania(Banco Mundial). Esto no ha cambiado para 2023, es decir, el escenario permanece sombrío, alejando cualquier perspectiva optimista.

Sobre este panorama, el Banco Mundial proyecta una reducción de la tasa de crecimiento para la economía estadounidense, de 1.9% en 2022 a 0.5% en 2023. Con cierto orgullo, algunos analistas señalan que la economía mexicana registra mejores resultados que la de Estados Unidos, ya que la tasa de crecimiento para 2022 será de 3% (último dato de INEGI); en tanto que el Fondo Monetario Internacional (FMI), conforme a su última actualización, estima un incremento anual de 1.7% para 2023.

El ambiente de ralentización de la economía norteamericana preocupa porque golpea a la economía mexicana por los volúmenes de comercialización. Se olvida que Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y que su desaceleración es la causa principal que explica el descenso previsto en el nivel de crecimiento económico de México. No hay lugar a comparaciones optimistas.

Conforme al Banco de México, existen diferentes factores internos y externos que explican el comportamiento probable de las entidades federativas del país. La desaceleración económica de Estados Unidos impactará más a aquellas ubicadas en las regiones Norte, Centro Norte y Centro del país, más articuladas con el intercambio comercial con Estados Unidos y con la evolución de las industrias líderes del mercado. Sin embargo, las expectativas para los estados del Sur y Sureste del país podrían ser más favorables, si se considera la inversión en proyectos estratégicos del Gobierno Federal, así como la construcción de infraestructura logística y la posible recuperación de las actividades primarias, de las agroindustrias y del sector servicios.

Pudiera ser que, de un trimestre a otro, las condiciones que explicaban las expectativas favorables hubiesen cambiado, entre otras razones, por el actual panorama sombrío de la economía mundial y el de Estados Unidos. Lo cierto es que hasta septiembre de 2022 (según publicación de “Líder Empresarial”) BBVA preveía que Campeche tendría la mayor tasa de crecimiento del país en 2023, con 4.2%. Los Estados con mayores incrementos económicos serían los siguientes:

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Conviene hacer un paréntesis. Durante 2021 y durante el primer semestre de 2022, Campeche mostró un pobre desempeño económico, con tasas de -3.8% y de -6.5%, respectivamente (INEGI). Estas variaciones negativas obedecieron básicamente al comportamiento de las actividades secundarias que muestran una contribución porcentual de -4.6% y -6.6% dentro de las tasas de decrecimiento antes señaladas.

El comportamiento negativo no debe llamar a sorpresas, ya que responde al deterioro estructural de la producción petrolera, que contribuye con alrededor de 80% del Producto Interno Bruto Estatal (PIBE). La gráfica sobre la extracción de petróleo, elaborada por PEMEX es más que significativa: primero, porque muestra una caída abrupta a partir del segundo quinquenio de este siglo, manteniéndose una pendiente negativa hasta 2018 y segundo, porque a partir de 2019 la curva se mantiene achatada, es decir, sin movimientos positivos trascendentes.

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Se considera que la producción petrolera es una de las actividades que le dará dinamismo a la economía campechana durante 2023. Lo será por el peso específico que tiene en su PIBE; sin embargo, si ese fuese el sostén básico no sería una noticia del todo positiva en términos de generación y distribución de riqueza. Aun cuando los yacimientos de la Sonda de Campeche aportan el 50 por ciento de la producción nacional, será imposible retornar al auge (por no decir depredación productiva) de los cinco primeros años del milenio. La mayoría de los ingresos petroleros, por otra parte, se transfieren a las otras entidades de la República vía gasto público y ahora, tal vez, también sirvan para amortiguar el desequilibrio financiero de PEMEX.

El Petróleo es una riqueza que se exprime, pero que no se distribuye entre los campechanos. Eso explica el bajo índice de desarrollo social de la entidad, ello pese a que su PIB per cápita es el más alto del país, con alrededor de 510 mil pesos, superando con creces al siguiente, el de la Ciudad de México, cercano a los 400 mil pesos.

Resulta más alentador considerar que la reanimación económica durante 2023 también se deberá al proyecto Tren Maya; particularmente, por su efecto multiplicador en la industria de la construcción, que requiere cuantiosa mano de obra. Eso hace que aumenten los niveles de inversión y de consumo, lo que redundará en un mayor PIBE. Este efecto positivo menguará una vez que haya concluido la etapa constructiva del ferrocarril, quedando como resultante las obras que coadyuvarán a convertir a la industria turística como una fuente esencial de ingreso en los años por venir.

Para que lo anterior realmente suceda, se deben orientar recursos al embellecimiento de la Ciudad de Campeche y de los principales centros de atracción turística; modernizar la conectividad y remozar las vías primarias y secundarias; ampliar la oferta hotelera, restaurantera y de entretenimiento; impulsar el turismo ecológico, cuyo espectro es amplio por la belleza paisajística de la entidad; hacer efectiva la modernización del servicio de transporte, que muestra graves rezagos en términos ambientales y de satisfacción para los usuarios; garantizar la conectividad digital en las zonas turísticas, arqueológicas y rurales, entre otras prioridades. Algunas de estas acciones ya se están realizando mediante gastos de inversión pública, federal y estatal; empero, la inversión privada dista mucho de ser la deseable.

Sembrar la esperanza básicamente en el turismo, aun cuando signifique dar un paso hacia adelante para despretrolizar a la economía campechana, tampoco resultaría suficiente. A futuro se tendría que incorporar a Campeche en el proceso de relocalización industrial que está beneficiando al país; así como en la creación de infraestructura productiva y logística que posibilitan atraer inversiones que amplíen la generación de valor agregado.

La gobernadora Layda Sansores ha sido una importante gestora de recursos e inversiones que, de materializarse, podrían darle a Campeche el impulso productivo que requiere dentro de una perspectiva de largo alcance. Vale la pena citar algunos proyectos que ha anunciado y que podrían tener una relevancia estratégica:

 La construcción de un parque industrial de 100 hectáreas en el puerto marítimo de Seybaplaya.

 El desarrollo de una planta de gas natural, también en el municipio de Seybaplaya, cuyo almacenamiento resultará vital no sólo para Campeche, sino para la Península de Yucatán.

 El convenio firmado con el Gobierno Federal del programa “Internet para Todos”, que llevará el servicio a comunidades rurales y a sitios de trascendencia arqueológica como Calakmul.

 La necesidad de modernizar la Central Termoeléctrica de Lerma, la cual necesita una inversión estratégica, pues presenta baja eficiencia, altos costos y daños ambientales.

 La reconversión de ciclo combinado en Santa Adelaida, Palizada, que podría recibir gas natural para sus procesos de producción y así continuar con su contribución a la demanda de electricidad en el Estado.

Todo lo anterior para atraer inversiones en la entidad, ya que la actividad industrial requiere tener acceso a gas natural y a energía eléctrica a precios competitivos; logrando de esta forma romper con las carencias que impiden la instalación de unidades productivas.

Igual de relevante es la estrategia económica del gobierno del Estado de Campeche de alcanzar la autosuficiencia alimentaria y de ser un referente regional agrícola, pecuario, pesquero y en el desarrollo de las cadenas de valor asociadas a este tipo de productos. Lo anterior con un mejor aprovechamiento de sus 680 mil hectáreas de tierras fértiles y sus 523 kilómetros cuadrados de litoral, cuyos rendimientos pueden aumentar con la dotación de insumos baratos o sin costo para los productores, la ampliación de la superficie irrigada y el reordenamiento productivo.

Queda mucho por decir, pero creo que el camino adoptado es el correcto. El noble y generoso pueblo de Campeche merece la prosperidad desde hace mucho tiempo.