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* Avanza ?La experiencia intelectual de las mujeres en el siglo XXI? en Bellas Artes
México, 7 Mar. (Notimex).- Lillian Liberman (México), realizadora de ?Contra adicciones? y otros videos y documentales educativos que se traducen y exhiben en otros países, definió al documental como ?una expresión de un aspecto de la realidad mostrado en forma audiovisual?.
Liberman compartió hoy la mesa ?Documentalistas?, en el Palacio de Bellas Artes, de esta capital, con sus colegas Marilú Mallet (Chile) y a Lourdes Portillo (Estados Unidos), dentro del II Congreso Internacional ?La experiencia intelectual de las mujeres en el siglo XXI?, que se realiza del 4 al 9 de marzo.
En su intervención, la cineasta mexicana recordó que en 1895 los hermanos Lumiere filmaron la salida de unos obreros de su fábrica, ?y ese, fue el primer documental que registra la historia?.
Explicó que hubo una escena donde se veía un tren. ?La gente, no acostumbrada a eso, salió corriendo del cine pensando que la locomotora saldría de la pantalla y la aplastaría?.
Sobre ella, refirió que estudió idiomas con métodos audiovisuales. ?Un día fui a grabar con mi equipo de compañeros estudiantes a un albergue de mujeres golpeadas y me fascinó la idea de conocer eso, lo que el mundo también debía de conocer?, pensó, y grabó aun sin permiso.
?Me dijeron que apagara la cámara, no lo hice, sólo la agaché un poquito pero seguí grabando?, abonó a sus declaraciones, y dijo que ese día decidió que esa, la de cineasta documentalista era su vocación. Ha hecho ficción, televisión educativa y pocos documentales. ?En el cine el documental está despreciado?.
Su impulso fundamental para hacer empezar a hacer cine, ?fue contar la historia de mi abuelo, quien fue Bolchevique. Quería yo mostrar la misma realidad que narraban las películas pero vistas desde la óptica de la mujer?. Su primer documental fue ?Espontánea belleza? en 1908 y luego vinieron otros.
Detalló que no le gustaban los documentales con entrevistas, pues le parecían ?muy periodísticos?. Mejor, trataba de hacer retratos de la gente. ?Así, todas mis películas han sido un documental, pero con la estructura de la ficción?.
Luego, exhortó a las invitadas a la mesa, Marilú Mallet (Chile) y a Lourdes Portillo (Estados Unidos) a dar una pincelada de sus biografías.
La primera de ellas dio a conocer los puntos centrales de su biografía y en ese ejercicio, dijo que nació en Chile y es la tercera generación de mujeres artistas en su familia: Su abuela y su madre pintaban.
Mallet estudió arquitectura y cine tras ser educada en un colegio público impulsado por las feministas de los años 30. Por lo que reconoció que su formación fue gratuita, de avanzada, liberal y nunca sintió que hubiera diferencia entre hombres y mujeres.
Con esa idea salió a la vida. ?No me enseñaron a hacer documentales, lo aprendí a hacer sobre la marcha, trabajando con cineastas alrededor de los derechos humanos?, dijo.
Aseguró haber pertenecido ?a una generación que quería hacer cosas, sin embargo, las cineastas de la época éramos sólo tres mujeres. El entorno social y político era difícil, era época de la agitación y del presidente Salvador Allende. Luego, en la época de la Unidad Popular Chilena se inició en el cine formal.
Por su parte, Lourdes Portillo refirió que entre sus documentales está ?Señorita extraviada? (2001), que pocas veces viene a México y que es una migrante mexicana que vive en Estados Unidos.
Nació en Chihuahua y su padre era periodista, por lo que tuvo la experiencia de crecer entre redacción, talleres y rotativas.
A los 13 años, toda su familia migró a Los Ángeles. Tenía ella una amiga cuyo padre era guionista en Hollywood. ?En una ocasión fue a ayudarle a realizar un trabajo y en ese trance, pronto me di cuenta de que yo sabía cómo se hace cine y me enamoré de esa actividad?. Así fueron los inicios de la cineasta.
A pesar de que en los años 50 ser mexicano en Estados Unidos ?era tremendo, como ahora?, ella decidió estudiar cine. A medida que se le presentaban oportunidades estudió arte cinematográfico, es decir, cómo aplicar el arte al cine, pero no a hacer documentales. Eso lo aprendió en San Francisco.
?De pronto comencé a ver que mucha gente quería manifestarse pero no tenía un canal adecuado de comunicación, y entonces, sentí la necesidad de expresar mi voz, mi opinión y mis pensamientos de mucha importancia, no por ser míos sino porque yo era ustedes, para que el público conociera la realidad?, señaló.
?El diablo nunca duerme? (1994) de Lourdes Portillo, es un documental que indaga sobre el suicidio de Oscar Ruiz, uno de sus tíos. ?Las historias en los documentales nunca terminan?, consideró la documentalista.
NTX/JCC/NMN