México.- “La historia se ha reducido a placas de calle, nombres de aeropuertos, estaciones de Metro, estatuas pinches y ceremonias cívicas”, asegura el escritor y periodista Paco Ignacio Taibo II, quien en estos días presentó la primera parte de su obra “Patria”, dividida en tres tomos y que habla de los hechos que sacudieron al país entre la Revolución de Ayutla y la caída del imperio de Maximiliano, periodo en el que se forjó el México moderno.

En entrevista para SDPnoticias, Taibo Mahojo explica que esta trilogía intenta llenar el vacío de información que existe sobre la Reforma, “producto del atractivo por la Independencia y la Revolución (que deja) en medio una nada” y también resultado “del maltrato que ha sufrido la figura de Juárez por parte de los gobiernos de los últimos 30, 40 años, convertido en piedra, seco, en retrato detrás del despacho de un ministro”.

Patria, indica el autor,  también llega como “una reacción que viene tomada de la mano del renacimiento del panismo para promover una versión conservadora de la historia de México, en este caso particular muy virulentamente antijuarista y sobre todo muy romántico-pendejamente maximilianista”.

“Este contraataque de la derecha provoca el contraataque del contraataque por nuestra parte; aquí no solo se trata de apalear a la historia de bronce y romperla para dar entrada a personajes de carne y hueso, sino se trata también de cuestionar la revisión conservadora de la historia”. 

Para Taibo II, resulta de vital importancia volver a los valores de esa generación de mexicanos que lograron repeler la intervención extranjera y plasmar en leyes de avanzada las necesidades de la población.

“Aquí había que responder preguntas claves en este momento en México como de dónde venimos. El México que se puede proyectar en los próximos años, ¿de donde viene? ¿De Maximiliano y Carlota? ¿De la mentalidad de los banqueros agiotistas? ¿Del estilo santanista de gobernar?”, cuestiona, para luego responder él mismo:

“Viene del liberalismo rojo. Viene de Ramírez, de Prieto, de Santos Degollado, De Escobedo, de González Ortega, del propio Juárez, de Melchor Ocampo sin duda, de Zarco…”.

Juarez y Maximiliano sin pedestales

En Patria pueden observarse, apunta el autor, retratos que buscan humanizar a estos personajes de piedra, poniendo especial atención en dos de los grandes protagonistas: Benito Juárez y Maximiliano.

Sobre el emperador, apunta que “si cuentas la historia en minucia y en detalle, no hay que contarlo, él se cuenta solo; el problema es encontrar la información que permita que se cuente solo”. 

“La primera parte de la historia (de Maximiliano) es: un segundón de la nobleza europea, sin destino visible porque le resulta demasiado liberal a su padre, sin derecho de sucesión porque es segundo hijo, perdido con su Carlota en el Castillo de Miramar. La segunda parte de la historia es quiénes le vienen a ofrecer la corona de México, que es una galería de pillos para ponerla en el Se Busca, monárquicos de tercera, vividores del cuento, la rebaba, el basurero del santanismo. Y el clero, muy importante: el clero ayudándose del Vaticano".

Luego, se dispone a derrumbar una de las versiones más difundidas en nuestros días sobre el monarca:  su supuesto liberalismo. 

“Será liberar cuando era joven, pero aceptar una corona cuando se la vienen a ofrecer una bola de traidores descastados y mandilones, con el apoyo del clero, contra la legalidad republicana y con las bayonetas francesas sosteniéndote, no es muy liberal que digamos. Maximiliano está atrapado en una trampa por haber aceptado el papel de figura títere de un proyecto neocolonial francés”.

A pregunta expresa, explica que en México se revisita a  Maximiliano porque “hay muchos lectores pinches del Hola y observadores de Ventaneando (…) esta vocación de admiración por lo famoso, lo monárquico, el alto poder, es  verdaderamente pedestre y antirrepublicano, pero tiene su sustento en México”.

Sobre Benito Juárez, pone en relieve que “es un hombre que desde su primera juventud todo le cuesta muchísimo trabajo por su origen indígena. Todo es difícil para Juárez. Su trabajo de abogado, su carrera, lograr la gubernatura de Oaxaca, todo se le presenta como un milagro producto de la entrega, de la tenacidad y de la bondad”. 

“Es un servidor del pueblo en el mejor de los sentidos. El problema está en que, visto con el paso de los años, se vuelve pura piedra y una imagen fotográfica tiesa y verdaderamente poco atractiva”, agrega, para luego recodar:

“A mí en la secundaria y en la prepa no me gustaba Juárez, y el libro viene a rescatarlo. Te metes a fondo en la historia y te encuentras a un Juárez humano, que le gustaba bailar pasodobles, que regañaba a su hija por no querer bailar con estudiantes becados. Eso está en el libro, eso es lo que debe rescatarse”.

Crisis en el siglo XIX, crisis en el siglo XXI

El autor reconoce algunas similitudes entre lo vivido en aquellos años del siglo XIX y el contexto que se vive en el México actual. “El equivalente es la percepción que tenemos los mexicanos de un estado permanente de crisis en la que nos metieron, no está claro cómo, cuyo resultado para la enorme mayoría son negativos. Esta sensación, que está profundizada todavía más por el delirio de la guerra de Calderón contra el narco, que nos ha arrastrado a una situación verdaderamente terrible, hacen de éste un país en constante estado de crisis, y en Patria se cuenta también una crisis, diferente pero también muy profunda”. 

“Y la diferencia notable es que la generación de los liberales puros, los Rojos, logra sacar al país de la crisis y de condiciones verdaderamente casi imposibles de sortear. La gran cuestión es que más difícil de lo que ellos la tuvieron no la tenemos nosotros ahora”. 

En este punto, el entrevistador plantea que “no tenemos una generación de rojos, pero no la necesitamos”, a lo que Taibo II se apresura a contestar:

“Sí, sí la necesitamos; siempre la necesitamos. Necesitamos una generación de cuadros que no ha surgido básicamente por dos fenómenos: la corrupción del PRD que se comió a un montón de gente y los volvió burócratas vividores del cargo y apáticos. Y luego el agotamiento de las generaciones del 68; envejeció y cada vez quedamos menos duros activos. Se van ablandando, por razones de edad, por razones de cansancio. Y una tercera: la ausencia de movimientos sociales fuertes, que produzcan este tipo de cuadros. Sin embargo, por abajo el México de los liberales puros no es tan diferente del México que yo he vivido en el México de las luchas sociales que yo he vivido en los últimos años: entrón, luchador, con una idea de dignidad patriota”.