Saltillo.- En México los políticos le tienen un miedo cerval a los debates por el riesgo de ser exhibidos en su ignorancia, en sus riquezas inexplicables, en sus vínculos con el narcotráfico. Un ejercicio natural e imprescindible en las democracias maduras e incluso en otras que se hallan en tal proceso, incluidas algunas de América Latina, en nuestro país aún se evade o se edulcora. El primero entre candidatos presidenciales (12 de mayo de 1994) permitió medir su impacto en el electorado —sin revertir como en Estados Unidos, en 1960, la tendencia favorable a Nixon, vencido finalmente por Kennedy—. El tribuno Diego Fernández (PAN) salió del cara a cara como el gran favorito. Ernesto Zedillo (PRI), candidato emergente tras el asesinato de Colosio, y Cuauhtémoc Cárdenas (PRD) no pudieron con la fogosidad y elocuencia del panista.

Sin embargo, algo extraño sucedió. Fernández abandonó la escena política, o dio esa impresión, Zedillo repuntó y ganó las elecciones. Entonces se especuló sobre un arreglo entre Diego y el presidente Salinas. El panista siempre lo ha negado. Asegura que los medios de comunicación, por línea del gobierno, le cerraron las puertas para frenarlo. Zedillo resultó ser buen presidente; sobre todo, honrado. Además de superar la crisis económica incubada en el sexenio de Salinas, la cual estalló en los primeros días de su gestión, su mayor legado fue la reforma electoral que posibilitó la primera alternancia en Los Pinos. Tuvo carácter para afrontar las presiones del PRI para evitarla; y antes, para encarcelar a Raúl Salinas por el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu y enriquecimiento ilícito.

Los debates son obligatorios, mas no por ello han dejado de ser rígidos. Les falta vitalidad y espontaneidad. Los formatos deben ser abiertos y atractivos para persuadir a los ciudadanos de acudir a las urnas y no para alejarlos de ellas. En Coahuila, el primero de los debates entre los candidatos al gobierno del estado -de los dos organizados por el Instituto Electoral- será este miércoles a las 17 horas en el Museo del Desierto. (¿Por qué siempre no en el Tecnológico de Monterrey?) Los temas serán Seguridad y Justicia, Educación y Salud Pública.

El segundo será en Torreón solo 15 días después (el 4 de mayo). ¿Por qué la premura del Instituto Electoral? ¿No hubiera sido mejor acercarlo al 4 de junio, días de las votaciones? En La Laguna, donde surgió la Alianza Anticorrupción Coahuila, se tratarán los asuntos más espinosos por su relación con la deuda, las empresas fantasma y otros escándalos: Desarrollo Económico, Finanzas Públicas, Transparencia, Rendición de Cuentas y Desarrollo Social.

El artículo 56 del Código Electoral de Coahuila, fracción 2, advierte: “Los debates obligatorios de los candidatos al cargo de Gobernador serán transmitidos por las estaciones de radio y televisión de las concesionarias de uso público. El Instituto promoverá la transmisión de los debates por parte de otros concesionarios de radiodifusión con cobertura en el Estado y de telecomunicaciones”. Sin embargo, la difusión entre la ciudadanía ha sido nula o insuficiente.

El cara a cara será entre siete, pero la atención se centrará en Guillermo Anaya (PAN), Miguel Riquelme (PRI), Javier Guerrero (independiente) y Armando Guadiana (Morena). De los otros tres, José Ángel Pérez (PT), quien padeció y afrontó a Humberto Moreira como gobernador, aportará más que Mary Telma Guajardo (PRD) y Luis Horacio Salinas (independiente). El debate se reflejará en la intención de voto e incluso puede modificarla.