De todos Los Vengadores, tal vez el más singular (en toda la extensión de la palabra) sea Iron Man, pues no sus acciones no se dirigen bajo el halo moral fuerte de otros, principalmente porque nunca deja de ser un hombre de negocios, todo lo ve en función de la utilidad. A mayor utilidad, mayor el bien y a la inversa; es decir, es un adepto de la concepción “utilitarista”.

Jeremy Bentham, filósofo inglés del siglo XVIII, definió el utilitarismo como aquello donde “todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las persona” en términos éticos, la utilidad suprema es la felicidad del mayor número de personas; los actos, normas o instituciones más beneficiosos son aquellos que potencian la felicidad y minimizan el dolor.

Esa es su meta y no se detendrá ante nada para poder lograrla, por ello recurrirá a todos los medios posibles para lograrla. ¿Qué pasa si un villano está destruyendo una ciudad? En ese caso, las personas de dicha ciudad están sufriendo, por lo que Iron Man debe de presentarse para derrotar a ese villano y restaurar el estado de felicidad.

Muy bien, pero qué pasa si son los propios héroes los que provocan dolor en la población. En el utilitarismo no ha sentimientos, así que no le será difícil ponerse en contra de aquellos que en algún momento fueron sus compañeros y amigos; de hecho, no le causará conflicto usar todos los medios posibles para someterlos si eso significa que al final se obtendrá un bien mayor.

¿Por qué hace esto? Por que, como buen hombre de negocios utilitarista, se asume como aquél con el poder de lograr ese fin último; por ende, debe de ejercer ese poder y hacer todo lo posible por mantenerlo a perpetuidad. No hay nadie más que esté capacitado para acabar con el sufrimiento y darle la felicidad al mundo. Aquí es donde Stark se encuentra con otra personalidad que lo condona: Maquiavelo.

Para el italiano, aquél que tiene el poder, debe de hacer todo lo necesario para ejercer y conservar el poder, no importa si se miente o manipula a los otros; mientras estos sirvan, mientras sean útiles a su objetivo, todo está bien. En otras palabras, el fin justifica los medios.

El pensamiento de Tony Stark siempre va guiado por una conciencia del fin, esto es, midiendo las consecuencias de sus acciones en pos de la utilidad superior; lo que hace o deja de hacer se verá afectado por esto. Sí, es un abstracto, pero no deja de sentirse real para el millonario, la simple posibilidad es lo que lo impulsa. Ojo, aunque parezca lo contrario, esto no es azaroso, requiere de todo un análisis  del contexto en el que se relaciona.

Si bien el fin de Tony no es el poder político; el hecho de tener como meta la felicidad utilitaria es suficiente para ejercer sus potencialidades en todos los ámbitos, mismas que, por “mal vistas que sean” estarán justificadas por esa finalidad encomiable.

¿Podemos juzgar a Stark por sus actos? Claro que podemos, sin embargo, entramos en un resquicio moral; ¿Qué tanto podemos condenar a alguien que al final sólo quiere nuestro bien? ¿Cómo podemos culpar a un ser si está en posibilidad de acabar con el sufrimiento? ¿Le podemos decir algo a la persona que, al final, logró privatizar la paz mundial?

Difíciles cuestiones, aunque todo se aclara un poco cuando damos cuenta que este héroe hace todo lo posible por alcanzar su meta, todo incluyendo pisotear y obviar la libertad inherente a cada una de las personas. Y sin libertad, ¿en realidad se puede decir que se hizo un bien?