Este 7 de marzo se estrena la nueva película de 300, Rise of an Empire, algo que pocos esperaban; tomando en cuenta la inexistencia de una secuela real de la novela gráfica de Frank Miller, base de la primer parte. Sin embargo, ante el éxito, el artista del comic decidió darle vida a “Xerxes” una nueva obra relacionada.

Como muchos sabrán, los trabajos están inspirados por un hecho histórico, la Segunda Guerra Médica; conflicto que se llevó a cabo en el siglo V antes de Cristo, en la región conocida hoy como Grecia. Tanto esta, como la primer parte de la franquicia cinematográfica, nos muestran el inicio del conflicto en el campo propiamente griego; ya fuimos testigos de la resistencia de los espartanos en las Termópilas, ante la fuerza terrestre del ejercito persa, ahora veremos cómo fueron esos tres días en el conflicto naval paralelo: La Batalla de Artemisio.

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Cuenta Heródoto en sus “Nueve Libros de la Historia”, en específico en el Libro VIII, Urania; La Batalla de Artemisio formó parte de la estrategia primera de la Alianza Griega para hacerle frente a la incursión persa. Dicha empresa consistía en retrasar el avance de los invasores, mientras se le provocaban algunas pérdidas, así el resto de las Polis tendría tiempo para organizar una mejor defensa.

Uno de los objetivos era obligar a Jerjes a moverse por tierra, vía el estrecho de las Termópilas, lugar defendido por el rey espartano Leonidas I, quien estaba al mando de cerca de 5000 efectivos (entre los que se encontraban sus 300 espartanos); para lograr esto, se colocó frente a las costas de Eubea, en el estrecho de Artemisio, una pequeña fuerza marítima que haría las veces de la milicia del rey espartano, es decir, resistiría el embate persa en el mar.

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La flota Aliada estaba al mando del espartano Euribíades, junto con el ateniense Temístocles y el corintio Adimanto; en total, tenían a su disposición 271 naves, contra las más de mil del enemigo. El desarrollo de la batalla fue en tres días, en los que el ejercito griego se dedico a defender su posición, sólo pasando a la ofensiva en el primero de ellos. Por su parte, la armada persa, al mando de la reina de Halicarnaso, Artemisia I;  siempre tomó la iniciativa, con excepción del segundo día, pues al final del primer enfrentamiento se desató una gran tormenta que los hizo perder algunas naves y provocó un poco de confusión entre los generales y soldados; toda vez que ya habían sufrido pérdidas por el mal clima en su traslado desde Medio Oriente.

El tercer día resultó en una batalla encarnizada, los naufragios fueron proporcionales para los dos bandos, no obstante, dados los números; la fuerza griega estaba en desventaja. Al final, después de convocar a un consejo, los griegos decidieron retirarse del estrecho, principalmente por las noticias de la derrota de Leonidas en tierra; lo cual inhabilitaba la estrategia planteada al principio.

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Aunque pueden tomarse como derrotas, tanto Termópilas como Artemisio sirvieron de preparación para la victoria griega definitiva en Platea y Salamina. Algo ha destacar, algunos historiadores le adjudican el mérito de la derrota persa en tierra a los espartanos, mientras que la victoria en mar es para los atenienses; a pesar de estar comandada por los tres generales ya mencionados.

El mismo Heródoto menciona el acierto de Temístocles de insistirle a Euribíades, comandante en jefe; plantar cara a los persas en Salamina, lugar donde descansaban las naves, en lugar de moverse al istmo, como lo planteaban la mayoría de sus compañeros, Adimanto entre ellos. El ateniense pensaba que si se movían, la Alianza se dispersaría ante el poder de la avanzada persa en tierra; pues para ese momento, Atenas ya había sido asolada por Jerjes.

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Cabe destacar que después de la victoria en Salamina, el rey persa regresó a Medio Oriente, dejando al general Mardonio al mando del último reducto asiático; mismo que fue derrotado en Platea.

Bibliografía: Heródoto; Los Nueve Libros de Historia. Libro VIII, Urania.

Imágenes: 300themovie.com