Hace casi un año, un grupo de investigadores de las universidades de Harvard, Stanford, Cambridge y Minnesota, anunciaron al mundo que habían encontrado pruebas concretas sobre la existencia de las ondas gravitacionales primordiales, fenómeno que supuestamente se derivó después de que aconteció el Big Bang; la gran explosión que dio origen al universo.
Lo anterior después de un largo análisis de datos extraídos del satélite Planck de la ESA y el radiotelescopio BICEP-2 de la NASA. Esto vino a revolucionar el mundo de la ciencia en general, pues suponía la primer prueba directa del acontecer del Big Bang como forma originaria de todo lo conocido; además, confirmaba la expansión acelerada del Universo y abría la puerta a la existencia del Multiverso.
Sin embargo, casi de manera inmediata, se sugirió que se hicieran más pruebas al hallazgo debido a que varios miembros de la comunidad científica dudaban del mismo. Señalaron que la información pudo haberse visto viciada por la presencia de polvo cósmico. Después de estudios posteriores, eliminando todo rastro de los residuos espaciales, se encontró una señal muy débil que se le podría atribuir a las ondas gravitacionales; pero eso estaría sujeto a interpretación al no ser algo concluyente como la primera vez.
En otras palabras, no existe algo concreto como para afirmar la existencia de las ondas, por lo que todo regresa al plano teórico; incluyendo la expansión del Universo, la multiplicidad de realidades y, claro, el Big Bang.
Con información de Gizmodo.