Es 14 de febrero, un tanto atípico, pero no deja de estar marcado por el "Día del Amor y la Amistad"; fecha aprovechada por las parejas para tratar de expresar su amor hacía el otro... aunque tengan otros 364 días para hacerlo. Sin embargo, no todos cuentan con la fortuna de tener una persona que este a su lado, en términos sentimentales, por lo que la primera quicena de febrero les resulta por demás molesta.

¿Qué pasa cuando en lo pleno de lo real, nuestros sentimientos no encuentran cabida? Se busca un punto donde estos puedan explayarse. Menciona Aristóteles en su Política, que el ser humando es un ente político; esto es, necesariamente se ve arrojado al mundo de la comunidad, donde encontrará los medios para desarrollarse, no sólo física, social y mentalmente; también sentimental. Para el griego, las únicas formas que pueden vivir en completa soledad, pues no necesitan nada de los demás, son los dioses y las bestias.

Así, al no encontrar lo que se busca en la sociedad tradicional, un punto de fuga puede ser la ficción. Ahí, el ser solitario podría tener una correspondencia sentimental con algún personaje; no sólo como figura de admiración heroica, sino como una pareja totalmente establecida. Amando, procurando y velando por ese ser ficticio. Esto es lo que se conoce en el mundo otaku como la "Cultura Waifu".

El concepto proviene de la pronunciación japonesa de la palabra inglesa "Wife" (esposa). Así, una persona que tiene una Waifu, es aquella que profesa su amor a una chica anime, considerándola no sólo un objeto físico de deseo por su atrayente diseño de personaje, sino un ser completo digno de amor como para que sea una esposa ideal.

Obviamente, al no tener una existencia real, el interesado consume mercancía relacionada con su "mujer", desde tarjetas coleccionables y posters; hasta peluches y las polémicas dakimakuras; almohadas con ilustraciones en su mayoría eróticas de los personajes femeninos.

Ojo, antes de que se piense que esto es exclusivo de otakus solitarios, la cultura Waifu no está cerrada a aquellos que disfruntan una vida amorosa con un ser "real". Vease más en el tono de lo que sucede con las mujeres que profesan su amor por actores, cantanes o luminarias de algún tipo; ellas son impactadas con el ideal que se les presenta, sin que eso signifique que no aman a su pareja inmediata; simplemente ven en ese otro un ideal. Lo mismo sucede aquí, la Waifu es un ideal que no rompe (o no debería de romper) el marco de lo real; pues siempre se corre el riesgo de que la fantasía avasalle la estela de realidad, donde entonces aparecería el tan criticado esterotipo que marca a los otakus como seres solitarios y sin posibilidades reales de desenvolverse con una mujer de verdad (o, si se es una chica, con un hombre; pues también existe el fenómeno "Husbando").