Desde que somos pequeños nos enseñan a lavarnos las manos con fervor varias veces al día; por aquel entonces lo hacíamos después de jugar, antes y después de ir al baño o comer, antes de ir a dormir… Con el tiempo, la costumbre se va quitando, pero después de hoy, quizá quieras reconsiderarlo.

En 2015, Tasha Sturm, técnica del laboratorio de microbiología en el Colegio Cabrillo, California decidió hacer un pequeño experimento para demostrar la importancia de ser cuidadosos con la higiene de estas extremidades que usamos prácticamente para todo sin ser conscientes de que en ellas pueden vivir millones de microorganismos.

En esa época, el hijo de Tasha tenía ocho años así que le dijo que jugara con el perro en el jardín y luego de un rato lo llamó, pero antes de que cualquier otra cosa pasara, le pidió al niño que presionara la palma de su mano en una caja de Petri estéril que tenia ya un espejo de agar.

Después, Sturm colocó la caja especializada para tomar muestras en una incubadora a 37 grados (la temperatura normal del cuerpo) durante 24 horas. Terminado ese periodo, la dejó a temperatura ambiente por un día más y el resultado fue la figura de una pequeña mano impresa en el agar.

A lo lejos, las colonias formadas por las bacterias en las silueta de la mano parecen flores de colores, pero viéndolas de cerca, como también las mostró Tasha a través de fotografías microscópicas, la imagen cambia mucho y seguramente no dejaría indiferente a muchos.

A pesar de que a mucha gente le causó repulsión la imagen resultante, la misma Sturm aclaró que la mayoría eran estafilococos, micrococos y serratia, que muchas veces se encuentran en el cuerpo humano y rara vez causan infección.

Con información de BBC.