Aunque la belleza es subjetiva; gracias a los estereotipos podemos determinar quiénes nos son atractivos físicamente y quienes no. Y aunque muchas personas piensan que ser guapos o guapas es algo que te da muchas ventajas sobre los demás, diversos estudios revelan que no es así…

Según las psicólogas sociales Lisa Slattery Walker y Tonya Frevert de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), ser agraciado hará que te vaya bien en ciertos aspectos; pero también, puede hacerte padecer en otros. De hecho, ser atractivo se asocia con un fenómeno que los psicólogos han determinado como la heurística de "lo que es bello es bueno".

¿Qué quiere decir?

En la escuela, existen profesores que relacionan la guapura con la inteligencia. Estas personas ganan confianza en sí mismos, son más positivos y buscan demostrar lo competentes que son en clase. En el trabajo, ser guapo podría representar un puesto de liderazgo o de mayor responsabilidad, por lo que pueden ganar más que alguien poco agraciado.

Pero eso no es todo; si se tratan de cuestiones judiciales, es más probable que el guapo obtenga una sentencia menor que alguien que no es tan atractivo. Pero calma, no todo es miel sobre hojuelas ni trae tantos beneficios; por ejemplo, existen trabajos donde el empleador decide batear al candidato si éste es más guapo que él. Digamos que es algo así como un proceso de selección y competencia y no precisamente laboral…

Por otro lado, la belleza es sexista. Mientras los hombres atractivos son considerados como mejores líderes, los prejuicios sexistas han hecho que las mujeres guapas sean menos consideradas para ocupar puestos de gran responsabilidad y que requieran autoridad.

También tiene una desventaja médica. Y es que cuando un paciente atractivo visita a su doctor por algún malestar, este tiende a tener menos cuidado con él ya que existe una tendencia a relacionar el buen aspecto con gozar de buena salud.

Las personas se sienten intimidadas con la belleza, por lo que todos eligen salir con alguien “menos perfecto” en cuestiones románticas. Tal vez porque una persona “más normal” sea más confiable o más fiel o miles de ideas que nos hacemos en la cabeza.

Con información de RPP.