"En Ekaterimburgo faltan locales latinos donde suene nuestra música y sirvan nuestras bebidas. Los rusos no saben divertirse, son gente demasiado conservadora", opina Carlos Rocka, el mexicano que tras el mundial de Rusia decidió no volver y establecer su negocio en la ciudad de Ekaterimburgo.

El primero de sus bares no duró ni un mes abierto debido a las múltiples quejas de los vecinos y restaurantes cercanos, un punto que ni el joven ni su novia Thaylin Méndez y dos amigos más que se convirtieron en sus socios, contemplaron.

"Las fiestas duraban hasta el amanecer e incluso hasta la tarde del día siguiente, todo con ruido y júbilo, y no todo el mundo estaba contento con esto", cuenta a Las principales noticias de Ekaterinburg. Pero el fracaso no los detuvo y se unieron a socios rusos que los ayudaron a montar el Viva México.

Se gastaron 2 millones de rublos (577 mil 757 pesos) con tal de abrir un lugar donde los turistas puedan encontrar burritos, quesadillas, otros platillos y por supuesto, música mexicana y latina que esperan, alegre a todos los clientes.