Parece extremo decir que la pérdida de interés en la vida es capaz de llevar a una persona a la muerte, pero según un estudio hecho por el doctor John Leach de la Universidad de Portsmouth en Reino Unido, esto es completamente posible y real. 

El estudio reconoce y estudia un fenómeno conocido con el término anglosajón "give-up-itis" que podría traducirse como "abandonitis" y se refiere a una conducta que lleva al individuo a tener una "muerte sicógena". 

Pero, ¿cómo puede una persona llegar al punto en que se le pueda considerar con "muerte sicológica"? De acuerdo con la investigación, contrario a lo que podría pensarse, este estado no está directamente relacionado con trastornos mentales como la depresión, sino que puede ocurrir cuando una persona sufre un evento extremadamente traumático que les hacer ver la muerte como la única opción. 

De acuerdo con e Dr. Leach, este estado mental puede causar la muerte de una persona en cuestión de días; algo así es justamente lo que sucedía a los presos en campos de concentración que tras unos días de ser capturados perdían las esperanzas y fumaban su último cigarro (objeto que servía como moneda de cambio), pues sabían que no les quedaba nada para continuar y a los pocos días morían. 

Foto: Yuris Alhumaydy / Unsplash

Con la investigación, se identificaron cinco etapas de deterioro psicológico que llevan a este tipo de muerte: 

Aislamiento: esta etapa difícil de detectar está marcada por el rechazo a la compañía; muestra también ausencia de emociones, indiferencia e introversión inusual. 

Apatía: además de la ausencia de interés por realizar actividades cotidianas, la melancolía y la falta de energía se encuentran en esta etapa. La persona suele dejar de hacer cosas como asearse o alimentarse. 

Falta de Voluntad: en esta etapa desaparece la motivación de hacer cualquier cosa, pero el paciente también pierde las respuestas emocionales y llega a perder incluso la intención de comunicarse. 

Ausencia de movimientos voluntarios: la persona continúa estando consciente, pero no responde de forma voluntaria a estímulos, ni siquiera al dolor. Una persona en esta etapa no sólo dejará de asearse sino que podría dejar de preocuparse por necesidades fisiológicas como ir al baño. 

Muerte sicógena: una vez llegado este punto, la persona se abandonará por completo hasta el punto de la muerte y ningún tipo de estímulo le hará reaccionar. 

Si estás pasando por una situación similar o identificas alguno de estos rasgos en alguna persona cercana, lo mejor es acudir de inmediato con un especialista de la salud mental. 

Foto: Issam Hammoudi / Unsplash

Con información de Big Think