Si te gustan las flores y estás buscando algún pasatiempo relacionado con ellas, te recomendamos conocer más sobre el Ikebana, una práctica de origen japonés cuyas raíces radican en el budismo y su objetivo es armar un arreglo estético con significados como Dios, tierra y hombre conviviendo equilibradamente.

HISTORIA. En el siglo VI, en Japón los samuráis entregaban ofrendas florales al dios Buda antes de ir a la guerra, así nació el Ikebana. Con el tiempo ha sufrido transformaciones en las que se han incluido piedras, troncos, ramas, arena y cualquier elemento de desecho.


ESTÉTICA. El Ikebana es una arreglo armónico compuesto por tres líneas de diferente altura. La línea más grande, elevada hacia el cielo, representa a Dios, una más baja representa al hombre y la más pequeña, colocada en sentido opuesto a la segunda, representa la tierra. Es tridimensional porque tiene frente, fondo y altitud, además de color y movimiento. Para elaborar un Ikebana se necesita trabajar en el sitio en el que se lo va a exhibir. Hay dos elementos que son indispensables, uno es el kenzan, una especie de pincho que sostiene a las ramas y el otro es el agua, que necesita estar pura y limpia. Los arreglos pueden ser elaborados con cualquier tipo de material, fierros, latas, maderos, todo sirve. La única regla es que deben estar acompañados de un elemento vivo como una flor, una hoja, o un vegetal. Se lo considera un arte minimalista porque entre menos cosas utilice mayor va a ser la capacidad del espectador para admirar la belleza que el ikebanista quiso transmitir. Los japoneses dicen que las flores tienen que saludar al espectador, solo así sentirá el interior del artista.


FILOSOFÍA. El Ikebana concibe al hombre como una triangulación entre él, lo divino y la tierra, el mundo material. Lo que busca es que el hombre esté consciente de que vive con la naturaleza. Cuando se elabora un arreglo se busca que este sea el reflejo del espíritu del ikebanista, que este pueda transmitir todo lo que lleva en su interior. Es concebido como una forma de meditación, para esto el artista necesita ser amigo de las flores, vegetales, semillas y de los materiales que vaya a utilizar, esa es la única forma en la que el espectador puede sentir mi interior que está impregnado en el arreglo. El ikebana tiene un similitud muy fuerte con la vida porque es un arte efímero, que al igual que en la vida del hombre y de la naturaleza cumple ciclos que terminan. Lo que te enseña este arte es aprender a vivir como lo hace la naturaleza, brindar todo el esfuerzo y la hermosura en el presente. Lo que hace un ikebanista es trasladar parte de la hermosura de la naturaleza al cemento para llenarlo de vida. Un ikebana puede llenar una oficina de energías positivas, paz y tranquilidad. Este arte enseña a apreciar a todo el mundo como iguales dentro de un mundo asimétrico como la altura de las líneas que componen un ikebana.