Aunque no lo creas, muchos aprovechan el Día de San Valentín para terminar a sus parejas. Para muchos, esto puede ser un shock emocional un tanto fuerte porque se supone que es un día en el que el amor y la felicidad se desbordan por las calles.

Independientemente del día que sea, superar un rompimiento y andar con el corazón roto no es nada sencillo; pasas por una serie de emociones desconcertantes que te ponen en una montaña rusa: Ansiedad, tristeza, odio, tranquilidad, desesperación, añoranza y más.

Dicen que el rompimiento genera un dolor pasajero, sí, pasajero… aunque tan intenso, que parece que acabará con tu existencia y de hecho, si no te cuidas y permites que el dolor crezca, puedes hasta enfermar.

Enamorarse es una experiencia fascinante, pero tiene esta otra cara que a nadie le gusta y que muchos sufren: el rechazo, el abandono, la falta de reciprocidad en los sentimientos, la falta de tolerancia, la falta de respeto, confianza y demás. Pocos se libran de conocer esa cara amarga del amor y cada uno la sobrelleva como puede.

Hay quienes se hunden en la miseria, mientras que otras personas sanan sus heridas más deprisa o aplican la de “Un clavo saca otro clavo”, “Más vale solo que mal acompañado”, entre otras.

¿Cómo atenuar ese maldito dolor? Entrar en ese momento reflexivo y pensar en soluciones para sentirte bien es un avance, pero nunca está de más tener algunos consejitos para zurcir cuidadosamente el corazón:

1. Asume el golpe: la parte más difícil de todas…

Siempre que te acaban de romper el corazón, coges todas las piezas y las aprietas para que no se caigan y traten de conservar su forma. El punto está en que muchas veces al hacer esto, te cortas más, te lastimas creando falsas ilusiones de un posible regreso o de escuchar un “Lo siento, la regué”. Hay que asumir el dolor, sentirlo, ser consciente de él, para luego dejarlo ir.

2. Recobra tu independencia.

¿Cómo eras antes de estar con esa persona? Es todo un reto tratar de recuperar tu rutina, sobre todo si dejaste de hacer mil cosas y de compartir otras tantas con tus amigos por pasar más tiempo con esa persona. Quizás te asalte la necesidad desesperada de “reconquistar” a la persona o puede que quieras “llenar el vacío” involucrándote de nuevo en otra relación.

Eso no funciona.

Cuanto antes comprendas que tu felicidad no depende de otra persona que no seas tú mismo, mejor. Aprovecha el momento para resurgir, para quererte a ti mismo (nuevamente)

3. ¿Cuáles son tus virtudes?

Si esa persona se enamoró de ti fue por algo… ¿Qué era ese algo? No importa que ya no esté, siempre es bueno demostrar las cosas buenas que tenemos ante los demás y sobre todo, ante uno mismo.

4. No encarceles tus pensamientos.

A veces pasa que estás rodeado de gente a la que le tienes mucha confianza, pero que no quieres que te vea mal o llorando. Es difícil reprimir las lágrimas cuando éstas quieren dejar salir… Ese dolorcito de pecho tan característico que es una señal de desilusión es espantosa.

Quizás te sorprendas fantaseando sobre esa persona sin poderlo evitar. Está bien. Es algo natural. Si te angustias y continuamente te reprimes para no tener esos pensamientos, es más probable que surjan. Saca todo…

5. Ayuda a otras personas.

No importa la manera en la que lo hagas, sólo hazlo. Ayudar o simplemente escuchar a otras personas, además de ser bueno para ellas, es bueno para ti.

6. Ríe y también llora (las veces que sea necesario).

Insistimos en el hecho de reír y llorar porque tal vez son las mejores medicinas. Tener alguien que sea tu acompañante de dolor en verdad ayuda a disminuirlo, por eso siempre es bueno tener amigos cerca…

7. Haz una lista de lo bueno y lo malo.

Esta famosa lista te ayuda a abrir los ojos y es muy sencilla: enlista las actividades que te hacen sentir bien en un lado y las que te hacen sentir fatal, en el otro.

Del lado de “las malas” puede estar, por ejemplo, esa necesidad de stalkear en redes o mandarle WhatsApp; del lado de “las buenas”, lo bien que te lo pasas viendo una película de terror en la que todo es sangre. OJO: concéntrate más en las buenas.

8. Muévete

El cuerpo necesita generar endorfinas para darnos esa sensación de felicidad. Baila, corre, nada, haz lo que sea que tengas que hacer para generarlas.

9. Empieza algo nuevo.

Siempre es bueno distraerte con algo que te guste: un hobby, un curso, un viaje… El mundo no se acaba y hay mucho por probar. Tampoco exageres y te claves horas y horas para mantener tu mente distraída. Sé fuerte.

10. Recobra la esperanza.

El dolor de un corazón roto no dura para siempre. La tristeza y la sensación de vacío, tampoco. El corazón sanará sus heridas a su ritmo, al ritmo que le permitas… No quieras correr con alguien nuevo porque puedes caerte, pero tampoco te quedes con la sensación de que serás un Forever Alone por siempre.